No hay ningún jugador que sea imprescindible. Ni siquiera Otamendi, aunque esta temporada sin el cacique argentino en el eje de la defensa, el equipo se ha caído a pedazos. Siempre he defendido la postura de que los clubes no tienen que tener miedo a vender a cualquier jugador, sea el que sea y se llame cómo se llame. La entidad, el escudo, por encima de todo y de todos: jugadores y presidentes. Y la opinión del futbolista, que es el que decide realmente, no nos engañemos, es la que desnivela la balanza. Si el jugador se quiere marchar, el club está muerto. Hablo en general, no me refiero a la situación de André aunque con Otamendi, por ejemplo, se dio la circunstancia de que el jugador se quería marchar a ganar más dinero y a un club top de la Premier.

Pero todo tiene su ahora, su momento. Y excepto que el jugador se quiera largar, que no me consta, o que acepte salir simplemente porque Mendes se lo recomiende, que también podría suceder, el tiempo de sacar a André no ha llegado todavía. Por muchas razones. Pero hay una contundente. Sólo hay que verlo conducir el balón, arrancando con potencia, con la pelota pegadita al pie, generando desequilibrio, rompiendo las líneas rivales y filtrando balones a sus compañeros. Y sólo tiene 22 añitos. Sobre las espaldas de un jugador como este y sobre las de otros como Jaume, Ryan, Cancelo, Mustafi, Gayà, Alcácer, Santi Mina o Villalba se puede levantar y consolidar un proyecto. Creer en estos o en otros jugadores es subjetivo, igual que el juego. Yo creo en André pese a que su campaña no está siendo buena. Y creo que el Valencia necesita un porvenir. Y cualquier mañana para el murciélago será más sólido reteniendo jugadores de talento como André. El talento llamará al talento y mantendrá a la gente junto a la bandera. Sin futbolistas talentosos, aquí la gente desertará de la grada.

Vender a André supone una reflexión más peligrosa, que apunta directamente a los planes de Meriton con respecto al Valencia. La temporada pasada salió el mejor jugador -junto a Alves- del curso y en esta se está deslizando ya la posibilidad de vender a uno de los pilares por aquello de no jugar en Europa, el fair play financiero y blablablá. La pregunta sería qué está haciendo Peter Draper y qué pasa en esta ciudad con los súper ejecutivos del marketing, que sólo traen migajas. Y respecto a vender jugadores, pensaba que esto se había acabado con la salida de Llorente. Y que este Valencia, el de Lim, el que nos habían publicitado era otra cosa. Porque si sale André nos habrán vendido una patraña. Una bien gorda. Y si el jugador se marcha sólo porque lo decide Mendes, nos habrán vendido otra bola, aquella, recordáis, que decía que el súper agente había salido de escena.

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