Distinguía Lacan en toda relación la existencia de tres parámetros o pilares: el amor, el deseo y el goce. La diferencia entre el segundo y el tercero está en que el deseo busca el goce y el goce es, directamente, el placer. El amor es harina de otro costal. Muchas relaciones fracasan porque se centra la atención en una de las tres pelotas, pero se descuidan las otras dos. Es típico poner la libido en el trabajo o en los hijos y guardar en un cajón el placer y el deseo, pero cuando quieres volver a abrirlo ya es demasiado tarde porque tu pareja ha volado. Pero, si existe amor incondicional, es difícil que eso pase. El problema es que todos los amores son condicionados, y por supuesto deben serlo. A las circunstancias, a tu propia personalidad, a tus objetivos de vida, a las renuncias que conlleve€ Todos condicionados, excepto los de padres a hijos. Ese es el verdadero amor incondicional. Pero hay otro: el de aficionado al club de sus amores.

Losers

El problema es que, como en todas las relaciones sentimentales, cuando uno es un entregado el otro abusa de ello. Siempre hay uno que quiere y otro que es querido. En mi relación de aficionado con el club, yo estoy enamorado de él hasta la médula y claro, como él lo sabe, se deja querer y abusa. De mi bolsillo, de mi tiempo, de mi compañía, de mi insomnio€ Hace mucho, mucho tiempo que el club no nos da goce. Nosotros insistimos en el deseo „el amor no se pone en duda„ pero al final hasta lo perdemos. Ya sólo nos conformamos con la salvación. Es una relación tormentosa, porque hace tiempo que los jugadores no saben querernos. No se quieren ni a sí mismos. Si así fuera, no se desangrarían puntos. Hace semanas que necesitábamos sólo seis puntos para salvarnos, pero llevamos cuatro derrotas seguidas: Atlético (1-3), Levante (1-0), Celta (0-2) y Las Palmas (2-1). Son unos perdedores.

Pavor

Lo de Las Palmas fue, sencillamente, terrorífico. Por mucho que se pusieron las cosas de cara con el gol de Rodrigo, el tembleque general aparece a la primera de cambio. Rodrigo por fin marcó. Lleva ¡1 gol! en Liga. Lo siento, pero no conozco precedente de tamaña confianza y apuesta deportiva en un jugador del filial, por ejemplo, en toda la historia del fútbol. A partir de ahí, el equipo mantuvo el tirón pero el que jugaba era la Unión Deportiva. Luego, en la reanudación nos marcaron porque Fuego hizo el penalti tonto de la jornada. Agarrón de abuela. Y por autogol de Mustafi. Pero la culpa es de Santos, que despeja como mi hijo de seis años: más pendiente del canguelo que de la eficiencia.Y claro, le da al muñeco. Dicho lo cual, daba igual. Cada día es una. Es ya una cuestión mental. Los de Las Palmas parecían los buenos. De hecho, son mejores que nosotros. Ese es el legado.

Experimentos

Así nos ha dejado una serie de maniobras orquestales en la oscuridad, empezando desde Soler, pasando por toda la cohorte de apandadores que quería hacer negocio a costa del club, hasta llegar a la actualidad, Meriton, con buenas intenciones pero con poca visión, al confiar en su espero que ya ex amiguito del alma Mendes la apuesta de fichajes. Por no hablar del laboratorio de experimentos con apuestas como Nuno y Neville. De hecho, Ayestarán es otra apuesta, nos guste o no escucharlo. Nos cae bien, tiene experiencia en la élite pero no es todavía un entrenador contrastado. Al final da igual que haya alguien válido o un mono al volante. Esto lo tienen que sacar una plantilla ´diseñada´ para la élite. El problema es que estamos en el fango, y para bregar ahí hay que estar curtidito. Esto es supervivencia para boinas verdes, pero la plantilla no está confeccionada para eso.

Tormenta

Hace mucho tiempo que el club de mis amores sólo me da disgustos. Mala vida. Pero ello conlleva el riesgo de que al final no le ame con locura desenfrenada, sino que, como es amor incondicional, el sentimiento se transforme. Para evitar la traición y el abandono al club, el cuerpo es sabio. Ya no le quiero como se amaría a la mujer de tu vida. Hace tiempo que empiezo a quererle como a un hijo tonto. No ganamos para disgustos. Quedan siete partidos y huele a muerto: Sevilla, Eibar, Villarreal y Real Sociedad, en casa. Barça, Getafe y Real Madrid fuera. Ahí es nada. Ha pasado lo mejor „menos mal que no nos queda Portugal„. Contra el Sevilla hay que ganar, y para ello Mestalla tiene que estar lleno con viento a favor. Luego confiarlo todo a Eibar „miércoles 20„ y Getafe „domingo 24„. Sin esas cuentas, no veo la luz.

Amor ciego

Como los jugadores están perdidos, esto hay que sacarlo entre la afición, los medios de comunicación con programas de apoyo y el club, con ideas creativas para llenar Mestalla hasta la bandera. Ahora da igual todo lo que no sea sumar puntos. No es momento de aprovechar la primavera y desaparecer los fines de semana. Hay que programar las actividades familiares cada quince días en función del partido de Mestalla. Y convencer a esos jugadores de que creer es poder. Querido jugador: no se trata de querer. El amor se presupone sólo en algunos, pero fuera de duda está la profesionalidad de todos. Es simplemente una cuestión de fe. Si crees que no puedes, tu currículum llevará toda la vida ese estigma. Pero si crees en ello, lo conseguirás. Nosotros creemos a ciegas.