Contamos el lunes en la 97.7 Radio que de llevarse a cabo en las próximas horas un referéndum en el vestuario sobre la continuidad de Ayestarán, un amplio sector de jugadores votaría a favor. La renovación del técnico no es cosa, claro, de lo que opinen los futbolistas, de hecho yo desconfiaría directamente de lo que piensen ellos, excepto que haya una confrontación total o diferencias irreconciliables que enturbien la relación del día a día. Que los jugadores estén felices puede suponer dos cosas: que crean en las directrices del entrenador porque ven resultados o que estén cómodos y poco exigidos y no quieran alterar esa zona de confort. En todo caso, no creo que Ayestarán sea de los que garanticen zonas de confort. Al contrario, es de los que insiste en que los jugadores las abandonen para rendir más. En cualquier caso, la opinión que tengan los futbolistas „siempre egoístas y volubles, la mayoría„se tiene que escuchar, pero no debería ser trascendente.

Que los futbolistas estén contentos y, digamos, liberados es parte del efecto Ayestarán. El técnico ha sabido motivarlos y la actitud y la predisposición al juego es otra. La configuración de una plantilla llena de púberes, falta de referentes y de tipos con liderazgo en su ADN nos ha llevado a esta situación. Y a esa encrucijada nos ha conducido Lim, un propietario que no aparece por su lujoso palco de Mestalla y surge, de repente, en la explanada delante del ¿Coliseum? de... Getafe. Cherie Lim estaría horrorizada ante la escasez de glamour del Geta, sobre todo si conoció a Luz Monzón.

Respecto al juego. En Getafe hubo un paso atrás. Un remake de lo que habíamos presenciado en anteriores capítulos del drama con Nuno y Neville en el banquillo. Sí, con ambos. Con Neville, igual que con Rubi en el Levante, hubo un efecto champán que se desvaneció a las pocas jornadas. Ese es el temor actual cuando se está debatiendo ya sobre la identidad del técnico para el próximo curso. Ayestarán tiene el perfil Meriton, las razones ya las argumenté la semana pasada pero creo que ante el Getafe, en conceptos futbolísticos, que no en actitud, el equipo volvió a ser el dramón que era con Nuno y con Neville. Basta con analizar el juego de Abdennour, Mustafi, Barragán, Parejo pese a que marcó de falta, André o Rodrigo. O el de Alves, que volvió a salvar al equipo, como casi siempre.

¿Era un espejismo la mejoría que habíamos visto frente a Sevilla y Barça? ¿Era producto de la motivación de los jugadores, expuestos a la furia del entorno sin escudos „Nuno, Neville„ que los protegieran? ¿Es una capa de barniz o un toque de maquillaje la exhibición frente al Eibar? ¿Es un retroceder en el tiempo y una vuelta atrás lo de Getafe? La respuesta el domingo frente al Villarreal. Y está en manos de los mismos de siempre, de los jugadores. No te dejes engañar Suso.

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