Acabó una temporada indigna. Porque quizá sea el adjetivo que mejor defina el empastre que ha perpetrado el Valencia CF desde que comenzara a rodar en julio hasta el gol de Oiarzabal en los últimos 30 segundos del esperpento número 38 en la Liga. Sólo como muestra, valgan varios datos:

-Peor puntuación en una Liga de tres puntos, y peor temporada en liga desde la 87/88 (la de la vuelta a primera división).

-Peor racha de jornadas seguidas encajando gol desde 1934.

-Peor racha sin ganar en la Liga desde el año del descenso.

-Peor clasificación en la Liga desde la 87/88 y primera vez que no queda entre los diez primeros también desde la 87/88.

-Menor cantidad de goles a favor desde la temporada 90/91.

-Menor cantidad de victorias en casa desde el año del descenso (una por debajo del año de Koeman).

-Peor goleada en contra en cualquier competición desde la temporada 93/94. (del 7-0 de Karlsruher al 7-0 de Barcelona).

Con todo esto, la reflexión debe ser profunda ante lo que viene por delante. Hay mucho que reconstruir y el problema no viene sólo en la indignidad de los futbolistas de la actual plantilla. Se salvan algunos, fundamentalmente los tres porteros y los dos de casa, pero la mayoría ya han mostrado quiénes son por fútbol o por ganas. El problema es mucho más profundo.

Como dijo Pako Ayestarán en la rueda de prensa post-partido, aquí hace falta gente trabajando a tiempo completo, no a tiempo parcial. Porque la plantilla, adocenada, sin autoexigencia y sin presión alguna, ha sido consecuencia de algo más que la autocomplacencia de Nuno o la inutilidad de Neville.

O Mériton contempla un giro radical en la manera de llevar el club y permite ejecutivos con capacidad en la toma de decisiones sin necesidad de llamar a Singapur para cada decisión, y lo debe hacer con gente que esté los 365 días del año en Valencia y que desde que se levante hasta que se acueste se ocupe en exclusiva del Valencia, o estamos abocados a seguir en la indignidad.

Miren, dicho de otro modo: cuando no está el gato, bailan los ratones. El gato está a 12.000 kilómetros de distancia, y la melodía que han bailado los ratones ya la hemos padecido esta temporada.

La temporada ha sido deplorable, triste, penosa, vergonzosa, infame, patética, ridícula y decepcionante. Y todo partiendo de un rosario de decisiones que no son fruto de la equivocación puntual, si no del modelo de gestión.

Este verano va a ser decisivo para saber si el propietario quiere de verdad hacer lo que dice la presidenta del club (uno de los mejores clubes de Europa), o si le da absolutamente todo igual. La afición de un club con 97 años de historia merece un respeto que la manera de ejecutar del amo y su "ausencia" este año no han tenido.

La temporada hace semanas que acabó, la liga finalizó el viernes ¿y la pesadilla? Si acabó o no la pesadilla, empezaremos a comprobarlo pronto...

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