Hablábamos en el último artículo del gran fraude de Sochi, pero ahora la explosión informativa es aún mayor, al haberse descubierto dopajes en Pekín 2008 y en Londres 2012. Los últimos Juegos Olímpicos van a dar mucho que hablar y todo es debido a la ciencia que, como se decía ranciamente hace unos años, «avanza que es una barbaridad».

Bárbara en efecto, pero no la ciencia, sino la cantidad de dopaje y de gran altura porque se habla de que van a cambiar campeones olímpicos y medallistas por doquier. La gran Ruth Beitia, cuarta en Londres, podría verse atribuida la medalla de bronce y así en cascada.

¿Y cómo se guisan estas nuevas clasificaciones? Lo cierto es que mi título no solo reenvía a la ciencia ficción de H.G. Wells y su máquina del tiempo sino que, ¿cómo se va a dilucidar todo este maremágnum de nandrolona, pastillas, sangre contaminada con el deporte y lo que el aficionado desea: saber quién ha ganado de verdad, sin trampas?

Recordemos que el Comité Olímpico Internacional (COI) de las centenas de muestras, ha podido concretar 31 dopajes en seis deportes y 12 países para Pekín, mientras que han sido 23 dopajes, en cinco deportes y seis países en Londres. Pero, se preguntará el atento lector, ¿y cómo se ha esperado tanto tiempo?

La verdad es que yo también me hice la pregunta y se ha dicho que gracias a «nuevos elementos de detección» se han reanudado las pesquisas y se han hecho las búsquedas de dopaje sobre las muestras que ya existían de los atletas de aquellos dos Juegos. Es decir que se mantiene todo lo obtenido del cuerpo de los deportistas, a la esperar de nuevas técnicas de obtención de positivos.

Mi otra pregunta, ésta jurídica, es... ¿hasta cuándo? Soy partidario de que los que han incumplido con las reglas reciban un castigo, pero debe haber, como en el Código Penal, una prescripción delictiva. Aquí no son delitos en sentido estricto y no debería ser «para siempre». Me imagino sino dentro de veinte años, con novísimos métodos, que un campeón de Pekin 2008 sea privado de su título en 2036 y que se le dé la medalla a un, sino anciano, ya más avejentado atleta… o dárselo a sus herederos si, desgraciadamente, ha fallecido.

También me asalta la duda de si esos métodos, no existentes en su época, puedan ser aplicados muchos años después, con la posibilidad de que la muestra no se haya conservado totalmente bien... En fin, hay muchas preguntas que hacerse en cuanto al futuro de estos procedimientos post-competiciones.

Estos últimos métodos científicos permiten pues conocer a los tramposos, y el COI ha decidido que ningún deportista que esté inculpado pueda participar en los Juegos de Río. Ahora mismo no sabemos los nombres, aunque ya alguno ha aparecido, como siempre sin que se sepa quién lanzó la piedra.

Lo que sí es cierto es que aún no ha habido un contra-análisis, el de la llamada muestra B y, por lo tanto, ninguna sanción se ha podido llevar a cabo. Dicen que en la primera quincena de junio se sabrá algo, pero estaremos ya casi encima de Río 2016 y, la verdad, da un poco de temor pensar en que se están haciendo las cosas de forma muy rápida. Esperemos que sea con todas las garantías para los atletas.

El COI pretende que la sanción sea a los atletas o, también, a las federaciones si existe un número significativo de positivos. Ahí, Rusia, sobre todo, está en el candelero, por lo que hay un miedo real (y más tras lo de Sochi) a que el gran oso ruso no pueda participar, en muchos deportes, lo que dejaría un vacío enorme.

Pero, ¿se van a dar las medallas a los que fueron privadas de ellas por los dopados de 2008 y 2012, cuando sea segura la detección positiva? La prensa ya ha lanzado nombres de ‘sustitutos’ medallistas pero no será tan fácil porque también, con esos nuevos métodos, habrá que analizar las muestras de quienes están en la línea de sucesión dinástica de las medallas, por si con los nuevos métodos… también pudiera haber dopaje. Es decir, que no está acabado el asunto. Lo que sí me temo es que habrá un gran trabajo para quienes ponen al día los resultados olímpicos, por los cambios sucesivos y alguno puede tener una crisis nerviosa...

Y ya que estamos de viajes en el tiempo, recomiendo la novela ‘Puerta al verano’ del maestro Robert Heinlein. No hay deporte, pero uno sale con más energía después de leerla. ¿Será dopaje?

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