Permítanme que les cuente una historia que llevaba tiempo queriendo relatarles pero por razones de actualidad informativa he tenido aparcada hasta hoy. Empecé a ir a Mestalla de bien pequeño. El padrino de mi padre, Alfredo Vila, fue delegado del Valencia durante muchos años y siempre que el hombre podía, nos invitaba al Luis Casanova. Durante varias tardes de las que tengo vagos recuerdos, disfruté del Valencia de principios de los 80, poco antes del descenso. El olor de la hierba del estadio es lo único que me queda en la memoria. Tengo que agradecer eternamente a mi padre que aceptara las invitaciones del tío Alfredo y me llevara al fútbol porque no es nada futbolero. Para que se hagan una idea, creo que en la final del Mundial de 2010, una de las pocas personas que estaba regando el jardín mientras Iniesta marcó el gol ante Holanda era mi padre. Pese a que no siente ninguna emoción por el fútbol, y tampoco por el Valencia, nos ha llevado a Mestalla durante años a mi hermano y a mí sin rechistar. Renovaba los pases, compraba acciones y sufría cuando las aficiones rivales invadían parte del sector 27 donde teníamos la localidad por aquel entonces, junto a fenómenos como Pepito, el señor Juan y su mujer. Aún recuerdo lo mal que lo pasó mi padre con los aficionados griegos del Iraklis de Salónica un 3 de octubre de 1990. Las bengalas llenaron de humo la grada y algunas fueron lanzadas entre los aficionados del Valencia donde estábamos nosotros. La verdad es que hubo escenas de pánico y mi padre nos sacó del sector 27 y buscamos refugio en otra zona de la grada general alejada de los griegos y mucho más tranquila para que pudiéramos ver el partido. Por cierto, pasó el Valencia a la segunda ronda en la prórroga y después nos eliminó la Roma. Fue un atraco. Para variar…

Vivo el valor

Bueno, ¿y por qué cuento todo este romance? Porque ha cambiado mucho la apreciación que un niño tiene del Valencia cuando se enfrenta a su primera visita al estadio. Mi hijo se estrenó en Mestalla directamente para saltar al césped y hacerse la foto con Villa, Mata y compañía. Es otro nivel. Los actuales videomarcadores son un medio de entretenimiento con la kisscam, los goles del último partido, los gráficos con las alineaciones… En mi época, había que soportar la machacona cuña de «No es una más, es una Kripxe…». Ahora un niño, en Mestalla, no ve bengalas, y tiene a la afición rival lejos. Incluso me atrevería a decir que el césped ya no huele igual que antaño. No es ni mejor ni peor. Es diferente. Y la grandeza es que sigue habiendo niños valencianistas. Con otros ídolos, con otras inquietudes, con el ipad debajo del brazo. Pero valencianistas. Y sus padres les renuevan el pase. Viven el valor.

Nani no, nanino…

Les he contado esta historia porque la actualidad me lo permite. No ha pasado nada en una semana. Aderlan Santos sigue en el Valencia, André Gomes sigue vivo en la Eurocopa, Mustafi no se ha revalorizado más y Diawara sigue siendo un objetivo de Suso García Pitarch. La única novedad es que ha irrumpido en el mercado un nombre conocido. ¡Increible! Hasta ahora nos habíamos convertido todos es expertos en fútbol internacional con Filip Kostic, Gustavo Gómez o el propio Diawara. Y ahora resulta que uno de los jugadores que quiere el Valencia es Nani. Sí, el que hace 10 años fue bautizado como «el sucesor de Cristiano Ronaldo», con quien convivió en el Manchester United. A simple vista no da el perfil. Es un jugador ya de vuelta de todo, con una ficha que supera incluso a las de Negredo o Enzo Pérez, de los que el club quiere desprenderse, entre otras cosas, por lo mucho que cobran. Estoy de acuerdo en que su fútbol podría encajar parcialmente con la radiografía de delantero que Pako Ayestarán trazó en El Murciélago hace un mes: «Delantero con movilidad y que meta goles». Sí, ya lleva dos en la Eurocopa. Pero no nos engañemos, que su cifra de goles máxima en un torneo de liga completo ha ascendido a cuatro, hace dos temporadas cuando regresó al Sporting de Lisboa. Resumiendo, Nani es caro, resabiado y con poco gol. Yo, con esas premisas, lo tengo claro: ¿Nani? No, gracias…

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