Vaya hombre, ya la hemos liado. Ahora resulta que Casillas no había aceptado de mil amores su rol como modélico suplente en la selección española que tanto nos vendían las televisiones, radios y periódicos desplazados hasta Francia. El señor Marqués los ha dejado a todos con el culo al aire tras su entrevista por la noche el día en que Mariló Montero se despedía por la mañana en TVE. No cabe duda que fue un día de despedidas a lo grande.

A Vicente comienzan a decirle de todo menos bonito. Ya no es ese seleccionador infalible del que no se puede dudar «con lo que ha ganado este hombre». Ha tocado a uno de los ungidos que viven indemnes bajo el consabido manto protector que todos conocemos. Y ahí no, Vicente. Esa sí que no te la pasan. El Santo es intocable. Ya te consintieron a regañadientes que De Gea le quitara la titularidad en la Euro y se lo hicieron pagar al portero del United. No se medía por el mismo rasero al actual portero de la selección y sus actuaciones que al que nos hundió contra Holanda en 2014. A aquello se le echó rápidamente tierra encima.

Pero ahora resulta que Del Bosque ha revelado que Casillas andaba enfurruñado (por decirlo de manera suave) por no jugar y que no tuvo un comportamiento exigible a la altura de alguien a quien se nos pintaba como la quintaesencia de la virtud en un vestuario. Hasta tal punto generó tensión el de Móstoles en el cuerpo técnico, que Del Bosque reconoció que es el único jugador del que no se despidió vía mensaje.

De todo ello lo que más me sorprende son tres circunstacias. Que digan algunos que Casillas está sorprendido pero que no va a contestar (ya hay quien lo hace por él). Que algunos entren en el cerebro de Del Bosque y ya se atrevan a decir que se arrepiente de lo dicho. Y por último, que ahora todos tengan explicaciones a lo que pasó durante la Eurocopa. ¿Y porqué no lo contaron si lo sabían? ¿Y si no lo sabían, se les pasó a todos? Muy curioso todo esto.

Mientras tanto, Don Vicente ha dado portazo a su época de seleccionador sacando un carácter que me hubiera gustado ver ante casos como el de Pedrito. o también a la hora de hacer una lista que fuera menos de consenso y más de competir por la Euro.

Eso sí, no quiero ni imaginarme que un caso así nos hubiera ocurrido a los terrenales y simples periodistas de provincias. Que se nos hubiera escapado un mal rollo de esa magnitud o que pudiéramos haber mirado para otro lado conociéndolo, hubiera significado que desde los mismo foros que no lo han contado en tiempo y forma se exigiera una invalidación inmediata de nuestro título de periodistas.

Podrán calificarlo de tremendista, pero reto a cualquiera a desvelar una sola inexactitud en este texto. Al final entre ser El Caso o ser el Pravda (esto es para muy viejunos), prefiero ser El Caso. Qué le voy a hacer...

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