Hacer el papelón a la hora de la siesta ante un equipo de la parte baja de la clasificación de la Premier a una semana de presentarte en casa y a dos de comenzar el campeonato es una de las peores cartas posibles de presentación. Veo soliviantado al personal y no es para menos. Hace unos días escribía un servidor que de estos partidos hay que extraer detalles. Más allá del resultado, uno debe fijarse en la pretemporada en la evolución y en la potencia del rival. A partir de esas dos premisas, se puede intentar medir el recorrido de la preparación de un conjunto en su periodo veraniego.

Pues bien, ayer, rival flojo, juego inexistente y papelón sonrojante. No hay más. Se salva el chicharro de Eugeni, y ya está... Ayer no hubo nada que ver salvo los horrores defensivos. Quinto partido de pretemporada y quinta ocasión en la que el Valencia CF es incapaz de mantener su portería a cero. No importa si estaba delante el Preussen Münster, el Feyenoord, el Ilves, el Bournemouth o el Crystal Palace. Sea el que sea el nivel del rival al que enfrenta el equipo de Ayestarán es incapaz de dejar inmaculada su propia portería.

Hacen falta centrales, o no. Ya no lo sé. Porque nadie ofrece una sola explicación de por qué Mustafi y Abdennour se encuentran aún inéditos. ¿Es porque se los intenta colocar? ¿Se está intentando colocarlos para a partir de tener ese cash lanzarte a por Albiol y a por Sidney? ¿Con qué defensa cuentas para comenzar la temporada? Ayer un error defensivo grosero y dos penaltis tras fallos flagrantes y entradas descontroladas de los centrales llegaron a poner un sonrojante 3-0 hasta que Eugeni lo maquilló con el gol del honor.

Aderlán Santos no da la talla para estar en el Valencia CF y Lucas Orban un día parece que ofrece algún detalle y otro desaparece, o se resbala como en el primer gol frente al Crystal Palace. A quince días de comparecer para jugarte los primeros tres puntos de la temporada, el papelón dispara todas las alarmas en una afición que vio ayer excesivas similitudes entre el equipo del papelón de la campaña pasada y el que fue ayer vapuelado en tierras inglesas.

No cabe caer en un excesivo fatalismo, pero llamar al optimismo sería tan poco prudente como desaconsejable para aquellos que pretendemos contar o explicar las cosas. A pocas semanas de comenzar el campeonato, el Valencia puede ser uno de los pocos equipos del globo terráqueo en el que haga más feliz a la gente la llegada de dos centrales que la de un centrocampista y un delantero goleador.

Que la casa tiene goteras, y dónde están las goteras es una evidencia que todos vemos. Y cuando digo todos, no me dejo a nadie. El porqué no se llama a los albañiles para detener el problema es algo ya que se me escapa. A mí se me escapan las razones y al club el tiempo para arreglarlo. El problema está claro. Ellos verán qué es lo que quieren y cómo lo quieren.

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