La herencia de Voro será el punto de partida. Cesare Prandelli no es partidario de grandes rupturas e intentará dar su forma partiendo de la base actual. La transición se completará desde la estabilidad. No es un revolucionario. Tiene claro que empezará con el mismo sistema pero, con el tiempo, dará mucho más peso al centro del campo, más del que tiene ahora. Esa es una de sus marcas. A pesar de que pensamos que su ideal de fútbol está lejos de la partitura de Marcello Lippi, los dos entrenadores tienen cosas fundamentales en común: la gestión del grupo, la experiencia y la premisa de formar el equipo de atrás hacia adelante. El pasado juventino de ambos, también es una seña identidad, una parte de su ´educación´ ha transcurrido en la misma escuela. Uno de los puntos más interesantes será ver quién interpreta el papel del ´Montolivo de la Fiorentina´ en este Valencia. En verdad, la plantilla es algo corta para implantar su idea y no tiene todo lo que a él le gusta exactamente. En invierno buscará refeurzos que le permitan tener más variantes, sobre todo, ofensivas. Se adapta siempre a sus equipos pero irá a por un plan B.

También es probable que veamos subir a muchos jugadores del filial con el primer equipo. Prandelli es un entrenador que mira mucho la cantera. Precisamente, por la plantilla corta que tiene, varios de ellos podrían entrar en la rotación.

Entrenador valorado

Prandelli es una buena persona, un tipo de fiar, como se suele decir. Hombre ejemplar en el vestuario, en Italia le han dado muchas veces el premio a entrenador mejor valorado por prensa y aficionados. En general, dentro del equipo es un entrenador que actúa casi como psicológo; con eso consigue una gestión de grupo excelente, donde los jugadores le apoyan y le tienen como si fuera un entrenador padre. Precisamente por esa gestión casi paterna que ejerce, ha sido capaz de obtener el pico máximo de rendimiento de jugadores como Adriano, Mutu o Balotelli. En Valencia puede construir un grupo fuerte donde la gente se quiera y se ayude en el vestuario. De verdad, puede ser un ciclo realmente bonito, el contrato de dos años es una buena noticia porque significa que tendrá margen para trabajar.

Para su formación de entrenador le vino perfecto estar en la Juventus de Giovanni Trapattoni. En ese equipo „campeón de todo y con figuras enormes„ no era titular casi nunca, pero era jugador número doce. Las charlas de Trapattoni, en las que se acercaba al vestuario y explicaba a los menos habituales la importancia de los roles que podían desempeñar en el equipo, le moldearon para desarrollar la facilidad para conectar con el vestuario.

Un equipo dinámico

Le gusta la palla (balón, en italiano), pero también es fundamental el juego de presión, para encontrar el robo rápido. Por eso le da mucha importancia a la preparación atlética. El nexo de unión entre lo que necesita el equipo físicamente y su idea de juego es su hijo, Nicolò, miembro del cuerpo técnico. Intentará que el Valencia sea un equipo dinámico, busca que sus futbolistas sean capaces de rendir ante adversarios que planteen escenarios competitivos distintos.Analiza rivales y es capaz de cambiar la estructura, el esquema, para adecuarse al rival, pero no renuncia a sus ideas y su filosofía. La defensa de cuatro le ha acompañado toda su carrera y tiene en Riccardo Montolivo una de sus mejores creaciones. Fichado desde el Atalanta, club que conoce a la perfección, lo transformó en eje de su Fiorentina. Centrocampista fino y de toque, así demostró la idea de juego que quería implantar a través del balón.

El momento clave

Es un técnico que tiene una buenísima lectura de los partidos, sin embargo, en Italia se habla siempre de que ha perdido los partidos más importantes de su carrera. Por ejemplo, el Fiorentina-Bayern en los octavos de la Champions League 2010 que terminó ganando el Inter o la final de la Eurocopa contra España en 2012. Ahí, tal vez no supo gestionar la satisfacción que hubo en Italia por llegar a la final, que se consideró casi el título. Le faltó carácter ganador para motivar y reorientar la eufória. A Prandelli se le achaca un poco todo eso; no tiene un gran título.

Cuando fue elegido como seleccionador la mitad de la opinión pública y de la prensa dudó de esa decisión, porque no era un técnico continuista respecto a la filosofía italiana, después, la gente alabó su trabajo, pese a la derrota.