Como la película de los Coen, que trata de un divorcio contencioso, existe una división irreconciliable entre el pueblo y los dirigentes del cotarro. La gente ama este deporte, pero este deporte es sólo un negocio. Y los negocios no entienden de sentimientos, sólo de beneficios. El chiringuito, como en todos los negocios, está montado para dos, como en política el PP y el PSOE, o Republicanos y Demócratas. Esto está montado para que ganen todo lo que sea posible Barça y Real Madrid. Por presupuestos, por repartos de teles, por repercusión mediática. Aquí sólo se habla de la BBC o la MSN. Los demás, comparsas que bailan al ritmo que se indique. Por eso, cuando pasa algo descarado saltan las alarmas. Lo del sábado en Mestalla no nos pilla de sorpresa. En un partidazo, el protagonista fue el árbitro. Eso nunca pasaría en la mejor liga del mundo.

Negligencia

El señor Undiano batió el récord de deficiencia arbitral de los últimos tiempos. Suárez está en flagrante fuera de juego y da el saltito de la liebre en el primer gol, obstaculizando al portero. Para interpretaciones, analicen las caras de Belmez, porque aquí no caben. ¿Se pitaría fuera de juego al Valencia en el Nou Camp? No lo duden. Luego le perdonó a Busquets la segunda amarilla, no sólo de libro, sino de manual básico en diez lecciones para Benjamines. El árbitro lo ve, porque la prueba es que pita la falta. Su interpretación es partidista porque deja al equipo rival al completo. Sobre los penaltis, se ahorra uno de escándalo en el área del Barça. El problema es que en el área del Valencia, en el descuento, no se lo ahorra, y se monta el pollo. ¿Se le pitaría a favor al Valencia CF allí en el 93? No recuerdo precedente.

Spaguetti

Por no hablar de que (grandes) jugadorazos como Suárez o Neymar campan a sus anchas, como salidos de un spaghetti western de Sergio Leone. Suárez debería estar sancionado un partido sí, y otro también. Ese partido no lo tenía que haber jugado, ni el anterior, ni por supuesto el siguiente. Con el reglamento en mano y no el pito en el bolsillo, ese tío no acaba la primera parte. Y de Neymar, ¿qué podemos decir? Celebró el gol de Messi provocando a la grada, justo antes del lamentable botellazo, como se ha visto claramente en un video. «Es que hay que entenderle. Como es así...». Lo sucedido es injustificable. Pero su actitud es una llama que prende la mecha. Que se lo pregunten a Enzo, que -una vez más- casi se lo come al acabar.

Respeto

El fútbol ha sido históricamente, y cada día sigue siéndolo, cruel con el Valencia CF. Mi amigo y valencianista Sergio Comas recordaba en un tweet que el partido le recordó muchísimo al precedente entre ambos equipos en la temporada 83/84, con penalti en descuento, almohadillas al césped y cierre del campo. Afortunadamente, la cosa es mucho más civilizada ahora. La humanidad va a mejor, y vivimos tiempos más pacíficos. Pero las actitudes que provocan el hartazgo ciudadano son las mismas. Por eso hay que poner el grito en el cielo, como hizo Suso, como tuiteó Parejo. Ya está bien. Llevamos más penaltis en contra que un equipo chusquero de Regional. Sólo pedimos respeto. Res-pe-to. Y el árbitro nos lo negó más veces el sábado que San Pedro a Cristo la víspera del día D.

Agallas

Todo ello no obvia una realidad. El Barça es un equipazo que llega treinta veces por partido -en este, menos- al área rival, y lo lógico es que te endose un diez por ciento de las ocasiones que te crea, cuando no más, por partido. Tanto van los genios a la fuente que al final te ganan. ¡Si son increíblemente buenos! Por eso da rabia perder así. No necesitan ese doble rasero, ese pie levantadito del acelerador a la hora de pitar. Entiendo que la presión de un árbitro, si se equivoca en perjuicio de alguno de los dos grandes, es terrible. Deben de temer la moviola, la nevera, el análisis, las crónicas y hasta al tertuliano nocturno. Pero va en su sueldo tener agallas. El árbitro está sólo ante el peligro de pitar. Pero tiene dos opciones siempre: ser como Gary Cooper y defender el fútbol o ser como el Capitán Sparrow y salvar su culo aunque se hunda el barco.

Cíclico

El fútbol, con sus virtudes y sus vicios, es cíclico. Por eso hay que denunciarlo cada cierto tiempo. Para que en futuras se piensen dos veces cómo van a salir al ruedo. Esto ya ha pasado antes. Y va a seguir pasando. Goliat casi siempre se merienda a David, por las buenas o por las malas. Pero cada cierto tiempo hay que agitarse y removerse en la tumba. Para que sepan que sí, seremos menos, más humildes y nos han enterrado, pero que estamos vivos. Y que sin nosotros, no hay rival ni aficiones. A ver si al final nos vamos a jalear al ciclismo y se quedan solitos comiéndose la tarta sin invitados. Ellos se creen que eso es imposible. Pero ojo con matar la pasión de la gente, sea del equipo que sea. Que, sí, este negocio parece eterno. Pero también iban los romanos al Coliseo a ver los Juegos, y ahora allí sólo quedan ruinas. Al loro.

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