Hay en el ámbito valencianista un exceso de dialéctica, últimamente. Mala cosa. Cuando los pies no son capaces de hablar, es el momento de las bocas. Empezando por el que menos culpa tiene —sin estar exento de su cuota—. Decía Prandelli al término del partido en Anoeta que "la clasificación no engaña", como el anuncio de los ochenta con la prueba del algodón. La cosa pinta mal. El equipo ahora mismo está en descenso moral, y salvo que cambien mucho las cosas de aquí a mayo, vamos a pasarlo mal hasta el final. Decía también Rodrigo antes del partido de la última estocada que no cambia mucho pasar las navidades en descenso a estar un punto por arriba. Pues perdone usted, pero sí cambia, sí. De una temporada mala a una temporada nefasta a veces no va ni siquiera un punto, sino un gol de diferencia. Si el profesional no lo ve, Houston: tenemos un problema.

Objetivos

También dijo Enzo hace unos días que habíamos tocado fondo. Me sabe mal por él, pero esas palabras van a pasarle factura porque dan para muchos memes. Y porque delatan que la plantilla no sabía aún de lo que es capaz (para mal). Un equipo tiene que ser consciente de lo que significa tocar fondo. No están acostumbrados a luchar en el fango de la tabla clasificatoria, cuyos ideales consisten precisamente en no tener muchos ideales: sólo garra, lucha, fe y dignidad. Como Groucho Marx, si no te gustan mis principios, tengo otros. Pero lo que sea con tal de sobrevivir. En una plantilla de la [supuesta] calidad del Valencia, la idea de no descender no entraba en sus cabales. Pues bien, el personal de a pie lo tiene clarinete desde hace mucho. El éxito será no bajar.

Fuori

Como decíamos, la semana pasada dio para mucho, a nivel de oratoria. Prandelli incineró el vestuario el día antes del partido con el famoso: "¡Fuori!". Como el mundo es de los oportunistas, es lógico pensar ahora, a derrota pasada, que el entrenador se equivocó en la táctica de arremeter contra los que le tienen que salvar. Pero también aclaró en San Sebastián que los jugadores sabían su opinión antes de hacerla pública. Puede que sus palabras fueran un involuntario brindis al sol, pero lo que está claro es que, si el sol tenía que salir por Antequera, este fin de semana se ha producido un eclipse. Sus intenciones eran buenas, pero más que sus palabras me preocupan algunas de sus maniobras. Por ejemplo, la titularidad de Fede. Se ve a la legua que técnicamente es un gran jugador, pero hay más dudas acerca de su nivel de madurez futbolística. Su cambio en la primera parte parece indicar que esta batalla no va a ser su guerra.

Estrategias

Que Prandelli, que no destacaba hasta ahora por su labor de ingeniería en los cambios, se vea obligado a sacar a Santi Mina en la primera parte, que tampoco era hasta hace poco santo de su devoción, y ello sumado a la reciente incorporación de Munir a la lucha por los objetivos, indica que tampoco el entrenador ha dado con la manija del equipo en los primeros compases de su etapa. El problema es que no hay tiempo para probaturas ni márgenes de error. Nadie dijo que sería fácil, pero en situaciones de emergencia necesitamos un estratega del nivel de Kirk Douglas en Senderos de Gloria, de Kubrick. Muchos pensamos que, dentro de lo que cabe, el entrenador es el menor de los problemas, el único faro. El caso es que lo intenta. En la banda parecía un guardia urbano, estaba desesperado. Pero el Valencia está enfermo y el entrenador hace lo que puede.

Fichajes

La semana pasada también habló Suso, que en una extensa entrevista dio titulares para meses. Como la crisis devora la actualidad a marchas forzadas, no dio tiempo a analizar con mucha profundidad. Manifestó que el grado de beligerancia de la prensa es mayor que el de la gente, pero hay que aclarar que ello no se debe a que la gente esté más tranquila que la prensa. El personal de a pie, sencillamente, no tiene fe. Ha tirado la toalla. Y todo llamamiento de apoyo es poco en un caso así. También dejó claro el director deportivo que no hay money para fichajes, aludiendo al Fair Play financiero, pero me temo que, al menos vía cesiones, las caras de los cromos tienen que cambiar en enero. Porque esto no hay quien lo aguante. El equipo hace aguas, pierde la pelota con insistencia y los jugadores no paran de cometer errores no forzados.

Psicólogo

El mal es psicológico. El mejor ejemplo es que empezamos el partido perdiendo desde el primer minuto. Por no hablar de la estadística: dos córneres, dos goles. Jamás el Valencia lo hizo tan fácil. Y esta vez no hubo superhéroe al rescate, un Mendieta en el horizonte que marcara el gol del cambio, como ocurrió con Ranieri en la 97/98. En vez de eso, el equipo insistió en mecanismos destructivos. Por ejemplo, Santos hizo un penalti de patio de colegio con el 2-1 que salvó Alves, como siempre. Llevamos tiempo jugando con fuego, no se trata sólo de una mala racha. Son los años que vivimos peligrosamente. Ya no hay excusas, ya no hay palabras a las que agarrarse. Y ojo con la clasificación, que no engaña, pero va a engañar, con el partido del Madrid aplazado hasta febrero y un partido menos. Sólo hay tiempo para ir a mejor. Necesitamos terapia de choque.

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