Calle Clariano, en Valencia. Allí se encuentra un quiosco de prensa regentado por Javi Corella. Y sí, el pasado domingo sucedió un hecho que no tiene precedentes en el Valencia. A ese quiosco fue como tantas veces un señor de la zona con una sonrisa en la boca inmensa, de satisfacción, sacando pecho orgulloso y feliz. ¿Y quién era ese señor? Pues ese señor era nada más y nada menos que el abuelo de Carlos Soler, que medio se cabreó con Javi el quiosquero por no reconocerle del todo. El señor sonriente compró toda la prensa valenciana del día y viendo que su interlocutor no sabía quien era, entre sonrisa y sonrisa, le dijo que él era el abuelo de Carlos Soler... el abuelo del nuevo genio que ha salido en el Valencia. Les cuento.

Así empezó

El abuelo -así lo relataba en su quiosco de toda la vida- estaba empeñado en que su nieto fuera futbolista. Soler era un nano como muchos nanos que sí que tenía interés en pegarle al balón pero que no tenía muy claro ese camino metiéndose ya en el terreno del fútbol más en serio, allá lejos en la ciudad deportiva de Paterna, entrenando y entrenando, pasando muchas horas corriendo por el césped y sin poder jugar a lo que a él le apetecía. Carlos estaba dudoso hasta que un buen día se encontró a su abuelo y este le dijo que tenía que ser futbolista profesional, que siguiera o empezara en serio con el fútbol, que a él, a su abuelo, era lo que le hacía tanta ilusión.

La duda de Carlos

Carlos Soler, supongo, miraría a su abuelo con cara de alucinado, con mucho cariño en su expresión pero sin entender muy del todo esa ´perra´ que le había entrado al hombre. En esas estábamos, con el abuelo mirando de reojo a Paterna y el nano sin tener muy claro si el fútbol iba a ser su camino, cuando a Carlos Soler se le ocurrió una idea que iba a servir para darse tranquilidad a él y de alguna forma para dar tranquilidad también a su abuelo. En una de esas conversaciones Carlos le dijo a su abuelo que vale, que sí, que iba a jugar a fútbol, pero si a cambio le regalaba un ´Airgamboys´, un pequeño juguete electrónico que estaba muy de moda por aquella época.

Y tras el sí...

Y obviamente el abuelo no lo dudó. Le compró su regalo, le compró su ´Airgamboys´ y supo desde ese instante que su nieto iba a aprender de verdad a jugar a fútbol, al menos a intentarlo. Y sí, el domingo, tras el 0-2 del duelo contra el Villarreal, el abuelo de Carlos Soler entró al quiosco de Javi absolutamente en otro mundo. Y fue allí, tras comprarle la prensa del día con la foto de su nieto, cuando el abuelo de Soler le dijo al quiosquero: «¡Has visto el partidazo de mi nieto!». Javi, el del quiosco, fue entonces cuando se dio cuenta de quién era su cliente y de quién era abuelo su cliente. Y sí, se pusieron a hablar y fue entonces cuando el abuelo, pleno de orgullo, casi hinchado de placer, le comentó que todo había empezado cuando de pequeño le pidió ese ya famoso ´Airgamboys´ y se puso a jugar a fútbol en la escuela del Valencia. El orgullo de su abuelo era tremendo. Su nieto había marcado el primer gol al Villarreal y había salido por la puerta grande... y supongo que pensó, al margen del tremendo orgullo de abuelo ganador, lo barato que le había salido ese ´Airgamboys´ de hace ya un montón de años...

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