U no mira la clasificación de la Liga tras lo vivido ante el Athletic en Mestalla y tiene que acabar no creyendo en nada. El Valencia trituró sin apenas despeinarse a unos leones abúlicos -pero con doce puntos de ventaja en la tabla- que aparecieron por aquí porque no les quedó más remedio. Nunca hicieron mérito para otra cosa que perder. Enfrente, por fin, once tipos comprometidos y un entrenador que esta vez acertó. No siempre sucede esto último y casi nunca lo primero, así que tendremos que celebrarlo.

Duelo de banquillos

Optó Voro por dejar en el banco a Soler. Le salió bien pero cuesta entender que el chaval de la cantera tenga que ver el partido sentado mientras Munir no desaprovecha oportunidad para sacarse el billete de regreso -sin retorno- a Barcelona. El marroquí está un escalón -o un tramo de escaleras -por detrás de sus compañeros de ataque, que son ya otra cosa tras la desaparición, por tantos anhelada, de Mina y Rodrigo. El 4-2-3-1 fue, con todo, la receta ideal para desactivar a los de Valverde. Que no dejó ni mucho menos contenta a su parroquia con el once que alineó. No hay entrenador sin su ataque periódico de genialidad. Pérez y Parejo marcaron el ritmo del choque. Irreconocible el argentino, que apenas rifó balón alguno, como si la lejanía de Suárez le hubiera curado de todos los males. Curioso, volviendo a Voro, que persevere con el madrileño en la convocatoria y deje fuera a Medrán. En fin...Se dispuso bien el equipo sobre el campo, tiró la línea de cuatro hacia arriba -justo lo que no hizo contra el Eibar- y presionó como manda el manual empezando por este Zaza que es como un toro recién saltado al albero. Forza Italia.

Otro ataque

El primer gol del Valencia marca una nueva tendencia, que bien harían estos chicos en considerar. Pérez mordió a quien debía, Orellana intervino donde se le esperaba, Zaza la puso como hacía falta y Nani hizo el resto. Los dos fichajes tienen otras hechuras más allá de la edad. El italiano no es la quintaesencia de las virtudes técnicas pero empieza a enseñar por qué ha sido internacional. Clavó una un poco a lo Inzaghi -no sabes cómo golpea la pelota pero esta acaba entrando- y merodeó lo suficiente para haber hecho algún gol más. Al aficionado le gusta este tipo de nueve que, además, se deja la piel en cada jugada. Al fútbol se gana atacando con buenos futbolistas y el Valencia no los tenía. Hoy ha dado un paso en la buena dirección. Si a ello añadimos que la defensa vivió un balneario sin precedentes -Garay realizó la cantada de rigor pero ayer todo salía a pedir de boca- y que Aduriz le echó otra manita a su ex equipo lesionándose al minuto de entrar al campo, nos encontramos con la madre de todas las victorias.

En adelante

Visto lo visto, regresamos a la esencia del fútbol. Suelen ganar, en los campeonatos escolares y en la Champions Lesgue, los equipos con mejores futbolistas a poco que desde el banquillo no se empeñen en ponerles todos los obstáculos posibles. Así, aunque alguno nos quiera vender la Vespino a precio de BMW, no es lo mismo Mina que Orellana ni Zaza que Rodrigo. Y pensar que un día pueda volver Suárez es como para echarse a temblar. Dos tipos te cambian una estructura ofensiva y otro te destroza el ánimo y la fortaleza atrás. El resto, humos asiáticos, tan adecuados en los tiempos que corren.