El miércoles salí de Mestalla con la sensación de que un trailer me había pasado por encima. La tensión de un partido como ese es tremenda y abandoné la cabina de retransmisiones de la 97.7 cansado pero inmensamente satisfecho. Hacía tiempo que no me sentía así. Ha habido recientemente victorias balsámicas como las de Sevilla y Espanyol la pasada temporada, o la del Athletic Club del domingo. Pero este 2-1 contra el Real MadridReal Madrid supo a algo más que tres puntos. Permitía al Valencia alejarse del descenso, sí, pero sobre todo reafirmarse de que con un entrenador con las ideas claras, unos jugadores comprometidos y una afición entregada, de Mestalla es difícil que se escapen puntos. Llevamos dos temporadas en las que los rivales llegan convencidos de poder ganar y eso es intolerable. El Valencia, en su ADN, es bronco y copero. Y así se mostró el miércoles ante el líder de la Liga. Por favor, monumento a Voro... ¡ya!

Nitrato de Chile

Los dos únicos fichajes del mercado de invierno han necesitado menos de cinco partidos para demostrar que han sido un acierto. Orellana es el factor diferencial. Hasta su llegada, la plantilla carecía de ese perfil de futbolista que se mueve con inteligencia entre líneas, enlaza el centro del campo con el ataque y presiona inteligentemente la salida de balón del rival. Sus primeros minutos en el Villamarín ya confirmaron que se había acertado, que había valido la pena aprovecharse de su indisciplina con Eduardo Berizzo para traerlo a precio de saldo. ‘Nitrato de Chile’, como le bautizó mi amigo Álex Pla, es un jugón en toda regla, un jugador descarado, rápido, listo y goleador. Una asistencia y un gol en dos partidos. Nada más que decir, señoría.

Zaza y el taxi

Simone Zaza, en cambio, está aún fuera de forma y esto añade más valor si cabe a sus dos goles consecutivos ante el Athletic y el Real Madrid. Prandelli dejó un legado poco aprovechable. Pero debemos aplaudir su apuesta firme por Zaza, su insistencia y cabezonería para que la llegada del atacante se produjera antes del 28 de diciembre. El técnico transalpino pronosticó que Zaza le imprimiría al equipo carácter y lucha, y es justo lo que está ofreciendo. Si además, nos deleita en su sexto partido con un gol de bandera como el del minuto 5 ante Keylor Navas, podemos sentenciar que Zaza se ha metido a la afición en el bolsillo. La imagen del delantero saliendo de Mestalla, acompañado por el delegado Camarasa, con una gorra de plato calada hasta las cejas, haciéndose fotos con los aficionados que le vitoreaban y subiéndose a un taxi era el vivo reflejo del antihéroe. Su gol se hacía viral en redes sociales, daba la vuelta al mundo en todas las televisiones del planeta mientras Zaza llegaba a su casa en chándal subido a uno de los modelos de coche más antiguos que quedará en la flota de taxis de Valencia. ¡Viva el fútbol!

De la terra

Paralelamente a este ‘momento taxi’ de Simone Zaza, otros dos protagonistas de la orgásmica tarde en Mestalla rememoraban una estampa más propia de los años 80. José Luis Gayà y Carlos Soler departían en una acera de la Avenida de Suecia junto a familiares y amigos, una escena que más de 30 años atrás protagonizaron futbolistas como Mario Alberto Kempes o Ricardo Arias, quien curiosamente pasó por allí y felicitó a los dos chavales por el triunfo. Gayá acabó sentado en la terraza del bar que hay justo delante del palco de Mestalla acompañado por sus padres. La normalidad convertida en futbolista, mientras la galaxia mesetaria abandonaba la avenida de Suecia en su autobús camino de Manises. Gayà, Soler, Zaza, Nitrato de Chile, los bemoles de Enzo, la soberbia exhibición de Parejo, los kilómetros de Munir, la contundencia de Garay y Mangala... Nombres, momentos, sonrisas y lágrimas (de alegría) en una tarde orgásmica en Mestalla.

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