Que un jugador salude a uno de los ejecutivos del club puede tener más o menos valor en función del momento y/o el lugar en el que se produce el encuentro. La imagen de Carlos Soler tendiendo la mano a Mateu Alemany en el mismo acceso al campo de entrenamiento tiene un valor incalculableCarlos Soler. Estamos ante las dos figuras más importantes del club en el plano terrenal. Uno, Soler, simboliza el nuevo proyecto deportivo, la piedra angular sobre la que construir un equipo que vuelta a enorgullecer a la afición. El otro, Alemany, representa el nuevo poder ejecutivo, la esperanza de una forma de gestionar que rompa con el fracasado modelo anterior. Soler y Alemany se encontraron ayer sobre el césped. Mateu hablaba con su móvil, Carlos se dirigía al campo junto a sus compañeros. Fue el jugador quien tendió su mano hacia el director general, que respondió extendiendo la suya. Un simple gesto que desprende mucho significado. Dos personas en sintonía, que quizá ya hayan entablado conversaciones para llevar a buen puerto una renovación de contrato que convierta a Soler en el jugador franquicia del nuevo proyecto. ¡Qué imagen¡ ¡Vaya foto! Un saludo...

Estilos

Quique Setién tiene su estilo de juego y Marcelino tiene el suyo, bien distinto por cierto. Por eso no me cuadra que el Valencia haya sondeado a los dos. O vas a por uno o vas a por otro, pero si ‘tocas’ a los dos estás evidenciando una desorientación clara a la hora de enfocar el proyecto. También es cierto que en el mundo del periodismo deportivo en particular y en el fútbol en general somos muy simplistas. No tienen porqué ser tan diferentes Setién y Marcelino. Ambos tienen dos cosas importantes en común: sus equipos han jugado bien y han ganado. A Setién lo encasillamos en el modelo de juego de toque. Pero quizá deberíamos valorar más que el estilo, su capacidad para adaptarse a una plantilla, la de Las Palmas, repleta de jugadores ‘sobones’. A Marcelino, el regador, lo tachamos de más conservador, sin pensar que quizás en el Villarreal disponía de una plantilla con jugadores veloces para buscar contragolpes. Más que en el nombre, el Valencia quizás se fije en la habilidad del técnico en exprimir al máximo el potencial del equipo. En ese sentido, ambos me valdrían, aunque sigo pensando que me gusta más Marcelino.

Zaza

Prandelli insistió tanto en el fichaje del italiano Simone Zaza que hasta llegó a parecer que el único motivo de su espantada fue que no le trajeron al delantero antes del día 27 de diciembre, cuando en realidad hubo muchas otras razones para entender su marcha. Pero bien es cierto que el técnico italiano incidió públicamente en la importancia de Zaza para el equipo no tanto por su faceta goleadora sino por su carácter. Y tenía mucha razón. Zaza, a parte de sus cuatro goles y de su juego -sublime la asistencia a Cancelo en el gol de Parejo ante el Celta-, imprime al equipo una garra de la que carecía. Únicamente Enzo Pérez, casi siempre de manera desmesurada, ponía la testosterona que tanto gusta a la grada de Mestalla y que tan importante es para un equipo. Zaza se ha ganado al público por su lucha y entrega. No renuncia a ningún balón, no escatima ni una caloría de energía pese a que después las eche de menos cuando necesita lucidez para el remate. Con Zaza el Valencia es otro equipo. Junto a Soler y Lato, la gran noticia deportiva de la temporada. Zaza, uno di noi... Si no me equivoco, bien pronto el italiano tendrá un cántico en la grada de Mestalla como los que se dedicaron a Penev o Aimar. Al tiempo.

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