No creo que haya ni un granota que no esté pasando esta semana con un punto de nerviosismo constante. Con una ilusión desbordada y el pensamiento de que puede ser la semana que volvamos a hacer algo grande, algo tremendamente difícil y digno de valorar por todos y cada uno de los aficionados de nuestro amado Levante UD: volver a la élite del fútbol español tan solo un año después de caer a los infiernos de LaLiga 1|2|3. Llevamos todo el curso esperando que llegue un día como el del próximo sábado, donde miles de granotas nos reuniremos en nuestro santuario para empujar y llevar en volandas a nuestro equipo en busca de un triunfo que nos lleve al cielo del fútbol.

Un ascenso especial

Uno puede llegar a pensar que después de vivir tres ascensos desde 2004, uno más puede no tener ese punto de alegría extrema como, sobre todo, el de Chapín de 2004; yo no lo creo. Quizás Chapín esté un peldaño por encima por todo lo que significó regresar a Primera División después de casi cuatro decadas, que sin duda fue uno de los mejores momentos de mi vida. También es cierto que cada ascenso es diferente y tiene algo que lo hace especial, y el de ahora, por supuesto, no va a ser menos que los otros.

Desde el Nou Estadi

A mis 36 años recién cumplidos he tenido la enorme suerte de estar presente en todos los días importantes de la entidad desde que comencé a ir al llamado Nou Estadi. Recuerdo aquellos goles de Pascual y Lucas Vilar que nos llevaron a Segunda División A de la mano de Carlos Simón y con un Quique Setién que vino a echarnos una mano en la promoción de ascenso y cerrar su carrera como jugador profesional. También emotivo fue aquel partido en la antigua Ciudad Deportiva del Real Madrid, donde miles de granotas fuimos a ver cómo el equipo de Pepe Balaguer conseguía otro ascenso a Segunda A. Luego ya vendrían los mas recientes en el tiempo como Chapín, Lleida, ante el Castellon en el Ciutat o el partido que nos dio acceso a la Europa League contra el Athletic.

La cruz de Soria

También es verdad que con mi Levante UD también he vivido los peores días de mi vida, como aquel descenso en Soria, del cual nos acabó salvando el descenso administrativo del Burgos, o los de incertidumbre en 2008, donde practicamente vimos el abismo de la desaparición de nuestro amado club. Al fin y al cabo, el Levante UD es comparable al amor de tu vida: unas veces lo amas, otras veces lo enterrarías bajo el suelo. ¿No es el Levante UD lo más maravilloso que nos ha pasado en la vida?

El factor de la grada

El sábado toca día grande. Aquí ya da igual si juegan bien o juegan mal; si juega uno o juega otro. Aquí hay que arrimar el hombro todos y ganar el partido también desde la grada desde el minuto uno. Porque al amor de tu vida no se le abandona, y nosotros ni lo hicimos ni lo haremos nunca. Que no quepa duda: Todos juntos a por el ascenso. SIEMPRE LEVANTE.

Más opiniones de colaboradores.