El ataque al autobús del Borussia Dortmund fue directo y la UEFA hizo que el partido de la Champions se suspendiera y se jugara al día siguiente, lo que ya supuso un evidente cambio de ánimo para los alemanes, que se quejaron amargamente de que ese cambio truncó sus posibilidades de victoria contra el Mónaco.

Este hecho, no insólito pero sí raro, ha sido el primer golpe del terror en el fútbol europeo esta temporada. Sin embargo, la reciente masacre terrorista de Manchester ha puesto al Reino Unido en llamas y, siendo que la final de la Liga de Campeones se celebra en Cardiff el próximo 3 de junio, han empezado a surgir rumores sobre la seguridad en el estadio Millenium.

El bulo que se ha lanzado hace un par de días fue que las autoridades de la ciudad galesa había decidido que las llamadas fanzones no se iban a admitir y que los miles de aficionados de ambos equipos finalistas no podrían tener esos momentos de unión, fiesta y alegría previa a la gran final. Las fanzones son áreas de encuentro que se abren antes del partido para jolgorio de los seguidores.

Pues lo que parecía una novedad absoluta, ya que nunca se habían suspendido esos eventos desde que la UEFA los creó, resultó ser una mentira y la propia UEFA lo ha negado. Por lo tanto, habrá fanzone en Cardiff y, con ello, se demuestra no solo que no hay que tener miedo al terror, sino que se lanza un mensaje de tranquilidad.

En efecto, la suspensión de ese evento, colateral pero importante en el entorno de una final, hubiera supuesto una victoria de los asesinos y un flaco favor a la memoria de las víctimas de Manchester. Mi impresión al conocer al falsa noticia fue que la UEFA se equivocaba, pero la realidad me ha devuelto a lo que conocía, que el máximo organismo no suele plegarse al terror.

Algunos dirán que el fútbol no es tan importante y que deberían suspenderse partidos, fiestas y cualquier evento ante la amenaza, pero esto sería darles la victoria a quienes así lo desean. El fútbol no es, obviamente, esencial en la vida, pero tampoco lo son las artes, música, literatura o cine por ejemplo. Sin embargo, sin querer hacer comparaciones entre ellas, lo que sí está claro es que el ser humano se diferencia de otras especies por esa cualidad de tener ocio.

Esas horas que desde la antigüedad, con el deporte (Olimpiadas), el teatro o las carreras de cuadrigas, llenan la existencia de la humanidad, hasta hoy en día en que no son ya sino unos mercados que dan trabajo a centenares de millones de personas y alegran la vida de quienes participan o acuden a ver los espectáculos, son nuestra diferencia.

Y, al parecer, a algunos fanáticos de una religión mal interpretada, no les parece bien que adolescentes escuchen música o que el fútbol sea una herramienta de felicidad. No se trata, por lo tanto, solo de que las fanzones se anulen o no, sino de un modo de vida propio que se intenta socavar.

El fútbol, la UEFA aquí, ha resistido a la tentación del miedo, y eso sí, en coordinación con las autoridades de Cardiff y del Reino Unido, va a proteger a los aficionados que se congreguen en Gales.

Mostremos todos que el terror no podrá con el fútbol, ni con el resto de las alegrías que nos hacen ser diferentes de los animales, algunos de ellos humanos? Estos últimos no vencerán en su macabra carrera hacia nada. Resistamos bailando, cantando, bebiendo (por qué no, siempre con moderación) y haciendo del deporte un festivo encuentro, que es lo que es.

Los que somos aficionados al fútbol damos las gracias, aunque no vayamos a estar en las fanzones galesas, y que se lo pasen bien, como nos los pasamos mi mujer y yo cuando en Dortmund animábamos al Deportivo Alavés, en esa fanzone alemana en el centro de la ciudad. Nadie pensaba entonces, en ese mayo de 2001, en terrorismo ligado al deporte. El bravo Alavés, que perdió 5-4 contra el Liverpool, jugaba con nueve futbolistas cuando el gol en propia puerta de Geli nos hundió a todos.

Ánimo a los vitorianos contra el Barça y ánimo al fútbol y a la vida que algunos salvajes quienes recortarnos. Recomiendo, esta vez, la lectura del 'Valencia canalla', de Rafael Solaz, para conocer a trileros y timadores del pasado de nuestra ciudad.

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