Todas las historias de héroes se construyen bajo la misma premisa. Desde Tirant lo Blanch hasta Valerian, pasando por el Jabato, el Hombre Enmascarado o Spiderman, toda la narración se basa en una estructura imperecedera que mezcla mandobles, épica y un punto justo de ñoñería en dosis adecuadas, como la receta de compota de manzana de la abuela del pueblo. Pero, como hay que vender, de vez en cuando la novela o el tebeo se actualiza: se tunea al héroe, se le rejuvenece, se le cambia la época, la nave o el disfraz, para tratar de ajustarse a los nuevos tiempos. La misma historia con colores nuevos. En nuestros días, los nuevos superhéroes son los jugadores de fútbol. El equipo de fútbol es el cómic en el que los personajes trazan nuevas aventuras. Pero se trata de lo de siempre: meter la pelotita en la red. Sólo así se venden historietas.

Supergrupo

Si entra, ganan los buenos. Pero a nadie le gusta la historia si la diña el héroe al final. Y el Valencia CF de las últimas ediciones ha sido una novela gráfica de esas que acaban como el rosario de la aurora, con penas y gritos y lloros. El año pasado rozamos la tragedia griega. Sólo se empatiza con la derrota cuando eso nos humaniza al héroe y nos vemos reflejados en él. Pero si al prota se la trae al pairo cómo acabe la historia porque al final del año va a cambiar de supergrupo, imagínate al lector, o sea, al personal que se gasta la pasta en leer ese panfleto. El Valencia tiene que vender nuevo cómic, y aunque el verdadero superhéroe es un murciélago, el grupo de Vengadores que lo lleva en el escudo y en el pecho ha sido remodelado al estilo Ultimate para intentar, esta vez sí, jugar para ganar. Porque la diferencia esencial entre los tebeos y el fútbol reside en que, en este último, el guion lo escriben los personajes. ¡Ahí es nada!

Profesor X

Marcelino es algo así como el profesor Xavier, de la Patrulla X, y Alemany sería el equivalente al Capitán Furia. Entre los dos han construido un equipo para ganar. Se han ventilado a 21 jugadores, a las buenas (venta decente) o a las malas (cedidos u operación ruinosa) porque el objetivo era renovar las caras, sí o sí. Y han fichado a 7, reforzados con la cantera. Los últimos, Andreas Pereira y Gonçalo Guedes, que vienen dispuestos a jugar. Son muy, muy jóvenes, 21 y 20 años, respectivamente. Demasiado, me parece a mí, como para tener todo el protagonismo que reclaman. El Valencia CF, hay que insistir en ello, no es un club de pruebas. Es un club de títulos. Que lucha por y para ganar. Lo digo porque leo las declaraciones de Pereira (que viene para continuar su desarrollo aquí, para tener un montón de minutos, que está encantado de haber renovado con el United y que quiere ser «parte de eso» lo antes posible)€ y su contrato parece diseñado para que juegue más que menos. Pues bienvenido, pero aquí el movimiento se demuestra entrenando.

Estudiantes

El portugués y el brasileño han sido fichados a golpe de corneta en el último instante. A los españoles nos gusta hacer las cosas así, en líneas generales. Lo del mercado de fichajes es como cuando estudias y pegas el arreón los dos últimos días, y antes de entrar al examen aún estás repasando tablas. Uno siempre prefiere que su hijo sea buen estudiante, como el Villarreal, que lo tenía todo ajustado (salvo lo de Soldado, que fue inesperado) y equilibrado, desde el principio del verano. Ese reciclaje entre gastos e ingresos es brillantemente ecológico, y el único camino para sobrevivir con acierto en un mundo del fútbol cada vez más complejo, en el que los oligarcas y los jeques pretenden cambiar el orden establecido. Por contra, si no haces los deberes a tiempo puede que el tiempo se te coma y suspendas. Eso le ha pasado al Barça, en el que nuestro Robert Fernández ha tenido que salir a la palestra a explicar una falla que se desmorona, por la presión popular.

Tranquilidad

De nada sirve que se denuncie a PSG y City de doping financiero, o que se diga que el Liverpool pretendía llevarse los millones de Neymar a cambio de Coutinho, que es bueno, pero no los vale. (Bueno, ya puestos, Neymar tampoco. ¿Quién los vale?) Al final, si el máximo rival te saca los colores, la pañolada no la aguanta nadie. Mientras, el aficionado valencianista está tranquilo, con la sensación de que, por fin, la gente que habla fútbol controla el asunto, y que se han acabado los experimentos. Con Marcelino y Alemany, todo da la sensación de coherencia, que es lo que se pide, sobre todo. ¿Y Lim? Bueno, en esta comparativa de cómics, Lim sería un poco como Galactus, una especie de dios cósmico que está por encima de ser bueno o malo, porque para él comerse mundos es algo habitual, y no empatiza con el sufrimiento, está ocupado en otros menesteres. Pero al menos, como Galactus, empieza a hacer acto de presencia y parece haberse dado cuenta de que, para ganar, el jefe tiene que estar. The Times They Are a-Changin', que cantó el Premio Nobel.

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