Me van a perdonar el juego de palabras pero me vino a la mente tras leer la noticia de que, para las últimas cuatro jornadas de la Súper Liga China, sus dirigentes han solicitado ayuda arbitral a federaciones europeas y americanas. Y es que los partidos en aquél país ya parecen un gigantesco tablero de la revista Forbes, esa que da también campeones, pero de riqueza absoluta. Precisamente esta semana se publicaba que el Sr. Xu pasaba a ser el hombre más rico de la República Popular China (siendo el dueño el Evergrande, campeón seis veces de la liga local en los últimos años y dos veces de la Champions asiática), sobrepasando al Sr. Wanda, (dueño del Dalian, este con mucho menos caché que el otro club).

Es decir que los poderosos de allá se la juegan en la bolsa pero parece que el título de fútbol es algo que asimismo necesitan. Por lo tanto, las autoridades de Pekín (ahora Beijing) no quieren que haya ningún tipo de presión sobre sus colegiados y han decidido que los trencillas de otros continentes podrían padecer menos ´presión´ que los locales€

Sabemos de la pasión de los chinos por el fútbol, pero también por el juego y las apuestas y lo que la Federación China intenta es que no haya ningún tipo de posible trampa en una competición que llega a su fin, y de ahí el que pida ayuda y socorro a otros países. Aquí parece que tengamos siempre a los árbitros en el punto de mira, y que nos creamos que se venden al oro catalán o a la mirra madrileña, pero hemos de tener claro que los españoles (así como muchos otros europeos) están en el listón más alto del arbitraje mundial. Y, por ello en China se escudan en que juzguen los partidos decisivos del campeonato, protegiendo de los posibles problemas que puedan surgir.

Esto demuestra que no solo se trata de comprar a jugadores de alto nivel, como han hecho en China estos años, o incluso de vender (ojo a los 40 millones de Paulinho y el Barcelona), lo que es una novedad, o de colocar a un equipo entero (como indiqué en otro artículo) en la cuarta división alemana, sino de obtener un reconocimiento mundial, que solo pasa por la credibilidad.

Y esa no se tiene con las pachangas que un Tévez con sobrepeso juega en la liga de aquél país, sino con que los títulos y el descenso sean controlados por árbitros de nivel. La Super Liga china, aunque parece independiente, está bajo el control indirecto del Gobierno, que una vez obliga a los magnates a invertir para que aquélla sea más conocida en el mundo, como les ´indica´ que reduzcan las plantillas o los salarios, porque no está bien visto que haya tantas disparidades económicas en un país comunista.

Pero, asimismo, hace valer el Gobierno su poderío en intentar que los partidos no estén manchados por la duda y por eso se invita a los árbitros de Europa y América. No es la primera vez que algún país apela a esa ayuda, ya que recuerdo al campeonato de Arabia Saudí, que solicitó árbitros españoles porque no se fiaba de los suyos propios.

Se nota en esto la globalización, porque recordemos que los árbitros no son asalariados de la federación, de la liga o de los clubes, sino que son proveedores de servicios que podrían, en cualquier momento, hacer lo que antes y ahora en China hacen: arbitrar fuera de su mercado habitual.

Sin embargo, recordemos que los árbitros tienen un mínimo anual garantizado y que, de alguna forma, si pertenecen a los campeonatos que les pagan. ¿Qué pasaría en caso de una lesión sobrevenida no aquí sino en China? Hay muchas incógnitas pero lo que sí parece imparable es que un día podamos ver un campeonato mundial con una jornada Valencia-Pekín o Manchester-Tokio arbitrado por un argentino y jueces de línea alemanas€ Y digo alemanas porque la mujer ya está aquí, aunque esto da para otro artículo.

No quisiera acabar sin hacer un recuerdo sentido a un amigo, casi un hermano, desaparecido esta semana, Javier Frexes, valenciano y amante del deporte, que deja un gran vacío entre sus amistades y al que echaré (mos) de menos. Para no terminar sobre una nota triste, recomiendo ver la gran película Blade Runner 2049, secuela de la inolvidable inicial Blade Runner, donde el replicante Deckard nos decía «He visto cosas que vosotros no creeríais € todos estos momentos se perderán en el tiempo€ como lágrimas en la lluvia, es hora de morir». Digo, es hora de vivir y recordar.

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