Hay futbolistas que podrían marcar una época, y hay un momento en que lo sabes cuando les ves jugar. Ocurrió con Claramunt, Pasieguito, Kempes, Penev, Piojo, Mendieta o Villa. Son esos tipos que, desde la pasmosa regularidad, ejecutan sus acciones con una superioridad abrumadora y deja en evidencia a los rivales. Guedes aún no ha protagonizado una época, acaba de llegar, como quien dice, y encima es de prestado. No ha librado su gran epopeya, todavía. Y, sin embargo, es un futbolista distinto. Lo saben sus propios compañeros. Lo saben los aficionados, lo sabe él (porque si no, no se atrevería a hacer lo que hace), lo saben los rivales a partir de ahora, y ya lo empiezan a saber los directivos de los demás equipos. Donde parece que no lo sabían aún era en París, o bien les sobra el talento. Pero aquí teníamos tanta sed…

No mercy

El partido que se cascó el portugués en Mestalla es de los que hacen afición. Estuvo presente en el lío hasta el final. Todo el Sevilla contra ‘el nuevo’, por lo civil o por lo criminal, como mandan los cánones hispalenses, a saco Paco, no mercy, da igual que sea Berizzo, Caparrós o Bilardo. Pero ni con esas. Y eso que estuvieron a punto de conseguirlo, cuando le dejaron tocado en la banda. Pero, de repente, ¡¡zas!! Gol del mejor jugador de Europa en este momento, por muchas portadas que le dediquen a Kane. Ya veníamos advertidos de partidos previos, y especialmente desde la semana pasada, en el loco 3-6. Dije en Twitter que era "el partido de la década". Porque cada diez años tienes un partido de esos, épico. Pero, claro, el Betis no es el Barça, y si encima a la semana siguiente lo bordas en Mestalla, está claro que esto no es cosa de un partido, ni de dos. Esto es una nueva era.

Halagos

"Potencia, regates y chicharro a la escuadra". Este es el titular de mi amigo César, impertérrito desde su asiento en Mestalla. César es valencianista acérrimo, somos amigos de la misma colla desde críos. Nos sentamos todos juntos en la grada, los del barrio. Desde hace décadas. Nos lo hemos visto todo. César más, si cabe. Es más forofo que yo, aunque eso no significa que le guste más el fútbol. Pero a continuación añade: "Desde Mendieta, no había visto nada igual". Él, el mayor ‘fernandista’ de pro, se refiere a un jugador nuevo, y hacía tiempo que no le veía generosidad en halagos. Hay quien habla del Piojo, pero este chico tiene, además, dos pies de exquisita técnica. ¡Ay, si Guedes sigue así! ¡Ay, si se quedara!

Equipo

Porque no sólo se trata de Guedes. Es todo el equipo. En el primer gol, la cosa empieza con el tackle de Montoya y continúa con el primer toque exquisito de Rodrigo a Guedes, que sale como una flecha. Dos recortes, sienta a los rivales, y cañonazo. Luego, da otra asistencia, y en el último minuto tiene recorrido para marcar el gol de clase, con vaselina. Un espectáculo. En fin, lo único bueno que tiene el hecho de que no sea nuestro en propiedad, es que tampoco nos podrán hacer un ‘Pedja’. Pero merece la pena que la afición haga su trabajo: quererle, cantarle, hacerle dudar. ¿París o Valencia? Per favor… ¡No hi ha color! ¿Y lo de Kondogbia? este fiutbolista, sinceramente, de otro planeta. Está en todas. Roba, araña pelotas, abre juego y, sobre todo, participa en la creación. Porque el cuarto gol, el del portugués, viene tras un pase de 30 metros medido del francés, con las ideas más claras que el agua bendita.

Estilos

Dani Parejo mantiene la regularidad, y se permitió el lujo de ver cómo le sacaban la quinta amarilla, con lo cual se perderá el partido del Alavés de este sábado. Por no hablar de Carlos Soler, que ayer, quizá, fue el mejor en todas las tareas que le tocó cumplir. Y, ante todo, Marcelino. Ha conseguido la cuadratura del círculo: la conciliación de dos formas de jugar. ¿Jugar bien o armar el castillo? ¿Somos defensivos u ofensivos? El Valencia hace ambas cosas, y genera el primer conflicto interno que recuerdo, porque su heterodoxia permite integrar a seguidores de ambos estilos. 53% de posesión. Por cierto, lo de los árbitros con los penaltis. En el Villamarin, a Soler y en Mestalla, a Mina. Hay que pitarlos, señores. Esa compensación moral a través de la huelga de pitos caídos no ayuda a nadie. Un penalti existente no pitado, si fuera debido a una compensación moral, subconsciente o inconscientemente, es el peor favor posible.. Ya pasaba en tiempos de Salomón. Con todo, nada nos puede quitar la ilusión de soñar. Porque, ahora sí, y partido a partido, podemos elucubrar con una nueva era.

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