Ya son unos cuantos años acompañando al Valencia CF en sus desplazamientos oficiales cada temporada y este equipo que entrena Marcelino desprende un aroma diferente a todo lo anterior, desde el mismo instante en el que los jugadores se suben al autobús que los lleva de Paterna a Manises para volar al destino correspondiente.

Este sábado en Vitoria, volvimos a encontrarnos a muchos valencianistas que se hicieron los 570 kilómetros que hay desde València hasta Mendizorroza, pero además también saludamos a muchos valencianistas que fueron desde Bilbao, San Sebastián, Burgos o Madrid. Seguro que me dejo a alguien pero lo importante es comprobar como en apenas tres meses Marcelino ha construido un equipo que vuelve a enganchar a los suyos.

Contra el Alavés ganó el Valencia CF uno de los partidos más feos de la temporada. Lo ganó por inercia, porque ha aprendido muy rápido a ganar partidos que no juega bien y porque los futbolistas creen a ciegas en lo que su entrenador les pide en el campo. Desde fuera se vive con alegría y cierta euforia, muy lógica, el mejor inicio de la historia del club. Sin embargo, creo que el personal no es capaz de medir lo difícil que es lo que ha logrado Marcelino García junto a su cuerpo técnico con la ayuda del director general, Mateu Alemany.

Al acabar el partido en Mendizorroza, los futbolistas del Valencia CF fueron desfilando desde el vestuario hasta el autobús y todos salían felices, sonrientes. Todos, son todos, titulares y suplentes. Los que jugaron y los que no lo hicieron. Todos se habían llevado tres puntos de Vitoria y habían asegurado la segunda posición de la tabla al menos hasta dentro de 3 semanas. Ese concepto de equipo lo ha logrado únicamente Marcelino, que ha sido el que ha generado una competitividad entre compañeros tan sana como para conseguir que tres centrales del nivel de Paulista, Garay y Murillo roten y asuman banquillazos y apoyen al que le toca jugar.

Detalles como la dieta extremadamente rigurosa, la obligación de recoger la cena muchas tardes en Paterna, o los tirones de oreja del técnico a algún jugador en privado en su propio despacho son cosas que el aficionado no conoce o no ve pero que están siendo básicos para conformar un equipo que crece día a día y que siempre rema en la misma dirección.

Al acabar el partido, el club eligió para pasar ante los medios de comunicación a Carlos Soler y Simone Zaza. Casualmente, ambos jugadores estuvieron en febrero en ese mismo estadio y perdieron un partido que hizo más grande entonces el fantasma del descenso. Los dos recordaron aquel encuentro y lo compararon con la actual situación y para definir la brillante trayectoria de hoy los dos nombraron como clave al entrenador. Y es lo justo. Aquel vestuario no tenía tan malos jugadores y de hecho casi el 50% del once inicial tipo ya estaba, pero no tenían un entrenador. Marcelino lo ha mejorado todo en tiempo récord. La plantilla ha pasado de entrenar máximo una hora a tomar con buen humor las palizas físicas y las exigencias de la báscula.

La sonrisa de Soler y Zaza ante los micrófonos no era forzada, era natural, sencilla, sincera. Este equipo se ha liberado de la presión, se ha dedicado a entrenar, a ponerse en forma y a correr. Ahora todos corren y todos quieren ganar siempre. Por eso, como me contó el bueno de Vinicius en Zaragoza, y a él se lo acababa de decir Paulista, juegue quien juegue todos empujan porque todos quieren ganar y todos quieren jugar. Desde fuera parece una obviedad pero dentro es lo más complicado de lograr para un cuerpo técnico y Marcelino lo ha logrado en pocos meses.

Por eso, este Valencia CF sonríe, porque entrena bien, porque compite bien y porque casi siempre gana. Y cuando un equipo gana hasta los jugadores que menos juegan creen a ciegas en su entrenador. Entiendo que desde el club se pida prudencia y cautela, pero yo no trabajo en el club y estoy empezando a ver al Valencia CF como firme candidato a todo si el equipo es capaz de mantener este nivel de compromiso de todos sus futbolistas y en enero se ficha algo para reforzar el centro del campo.