Partido grande en Mestalla. En frente, el Barcelona más efectivo de la historia. Valverde tiró de manual consciente de la importancia del envite. Pero de su propio manual, del que le ha llevado hasta el lugar que merecidamente ocupa. Le dio un puntapié al 4-3-3 de Guardiola y de las esencias azulgranas y plantó un equipo aguerrido con dos pivotes en el centro y Messi de media punta. Un solo delantero como certero dardo envenenado a los guardianes del único fútbol posible y de la justicia interpretada a su manera. Marcelino, un tanto acomplejado por su cartilla de resultados ante el Barcelona, contuvo a su manada. El Valencia desperdició todo un primer tiempo en el que resultó irreconocible. Se trataba de esperar y buscar la contra pero no halló el término medio y se dejó asediar sin mucha justificación.

La sensación que dejó el choque fue que este Barcelona no da más de sí. Lo que se vio fue lo que tiene. Fugado Neymar, ha optado Valverde por un equipo laborioso. Corrió tanto o más que su rival y se dejó el alma en una presión constante que hacía años no le veíamos. Pero no tiene más peligro extraordinario que Messi cuando el argentino opta por aparecer. En Mestalla había hecho reserva y vaya si apareció. Por el contrario, el aspirante no ofreció su mejor versión. Más allá de un primer tiempo mal planteado, todavía a esta hora estamos esperando que aparezca Soler, una pieza fundamental que anoche tuvo su peor versión vestido de blanquinegro. Lo mismo que Rodrigo, desacertado hasta el paroxismo en casi todo lo que hizo. Dos piezas importantes que, en plenitud, habrían ofrecido una versión muy distinta de este equipo.

Cuando Marcelino decidió lanzarse a por el partido, Guedes entró en ebullición. El portugués es el elemento determinante. Imparable a la carrera, su capacidad para prender fuego al graderío de Mestalla es casi ilimitada. Su banda fue un quebradero de cabeza constante hasta que, bien secundado por Gayà, abrió el hueco por el que se fabricó el uno a cero. Noqueado, el Barcelona se vino abajo. Y bien pudo el portugués haber sentenciado en un contraataque pésimamente conducido por Rodrigo. Junto a Guedes destacó de nuevo Zaza. El italiano es ya, en menos de una temporada completa, el delantero centro que más kilómetros ha corrido en la historia del club. Como un bisonte en estampida, no conoce en el campo más amigo que el balón ni otra opción que la de dejarse la vida en cada jugada, ya sea en ataque o, lo que lo hace único en su género, en defensa. Dos futbolistas diferentes que bien querría para sí un Barcelona en el que Iniesta encara ya, con enorme dignidad pero muy limitado de fuerzas, la recta final de su carrera y Suárez parece haber perdido, quién sabe si definitivamente, la chispa de antaño.

Un nuevo despiste de Montoya, que tiene a su espalda un talón de Aquiles al que no encuentra solución, dio paso a un empate que puede saber amargo, pero que refleja mejor lo que pasó en el campo y restablecía de algún modo la injusticia de la anulación de un gol de Messi que no subió al marcador, decían en Mestalla, porque el Madrid se ponía con él a diez puntos. A reseñar que Neto, responsable último de que el Valencia no ganara en el Bernabéu, volvió a fallar de manera escandalosa contra el Barcelona. Es un portero de pequeñas paradas y partidos de trámite, pero ante los grandes se ha empequeñecido de manera alarmante y no da ninguna sensación de poderío.

Y aún con eso, con errores importantes de planteamiento de Marcelino y de algunos de sus futbolistas, el Barcelona apenas inquietó la portería local. Un Valencia aún bisoño, seguramente impresionado por la situación, fue capaz de salir del agujero y de acabar ofreciendo más sensación de peligro que el líder. De manera que hay Liga. Porque el Barcelona ha tocado techo y el Valencia es capaz de cualquier cosa.

Y sí, querido Jaume, todos los que te conocimos nos quedamos con los buenos ratos que siempre nos hiciste pasar y con el convencimiento de que fuiste el mejor presidente de la historia del Valencia.