El Valencia se derrumba, como un partido de naipes. No hay manera de frenar esta sangría de puntos. Tras romper todos los precedentes históricos y encadenar partidos sin conocer la derrota, llevamos un mes que no ganamos para disgustos. Desde el partido del Barça, aquel en el que a Messi le anularon un gol legal. Casualidad o causalidad, lo cierto es que la suerte está siendo esquiva. Eso, para quien crea en la suerte. Yo, no demasiado. Así me va. ¿Cómo me va a tocar la lotería, si no juego? Por supuesto, en un juego de azar hay un factor de flor de azahar que conlleva que la bolita caiga en par rojo o negro. Pero en un deporte de choque en el que se trazan líneas geométricas imaginarias con una esfera que rueda por el césped, con tanta gente alrededor pendiente, la suerte es lo de menos.

El del pito

Influye mucho más el nivel de arbitraje, por ejemplo. El hombre de negro, que ya no va de tal guisa, se ahorró un penalti a favor del Valencia CF, al menos. Protagonizó decisiones lamentables que condicionaron el resultado. Que el señor que ha de poner orden sea un tibio no es mala suerte. La mano de Trigueros es de voleibol, y además hay dos varas de medir en el partido. Por ejemplo, en el minuto 9 hay una jugada que debería haber supuesto una amarilla clarísima a Mario Gaspar, y se la perdona, pero en el minuto 14, por mucho menos, Kondogbia se lleva la suya a casa y le condiciona su partido particular. Tantas decisiones erróneas tuvo el árbitro, que los jugadores valencianistas se lo comían con patatas y él sacaba cubos.

Aspavientos

Pero perdimos por deméritos propios. No es mala suerte tener agujeros negros al borde del área, lo que posibilitó el golazo de Bacca. O que a Zaza se le crucen los cables a los dos segundos de disparar Gabriel Paulista al larguero, y nos deje con diez, en una ida de olla. Ni tampoco es mala suerte que, a partir de ese momento (minuto 59) el equipo se lance en tromba, como si estuviéramos en el descuento, desde el corazón, pero con poca cabeza. No es mala suerte que nos falte pausa. Que Montoya no ande fino. Tampoco lo es que no sepamos remontar un marcador adverso. O la ausencia de Carlos Soler: llevamos semanas hablando de las bajas significativas y lo corta que es la plantilla, pero el sábado tuvimos a la plana mayor sobre el césped, a excepción del chico que, sin estar brillante en los últimos tiempos, es nuestro ´todocampista´.

Chistera

De nada nos sirvió el eléctrico Guedes, el mariscal Parejo, la dupla de centrales Garay y Gabriel, porque falta contundencia arriba (gol) y atrás (cerrojo). Decíamos la semana pasada que salimos a gol por partido. 17. Suma y sigue. Se ha perdido el factor sorpresa. El ejemplo que lo ilustra es que a Guedes lo cosen a faltas. En realidad, nos han adivinado cómo jugamos y hay que reinventarse. Sobran aspavientos en la banda y falta tranquilidad, serenidad en momentos clave, confianza en las propias posibilidades, recursos, conejos de la chistera. Parece que se le han acabado los trucos al míster. Llama la atención que sólo hiciera un cambio en un partido tan complejo. Plantea bien los partidos, pero parece que le cuesta tomar decisiones improvisadas, de esas que rompen la baraja. Aun así, la afición aplaudió el esfuerzo colectivo. Falta magia, pero no se ha roto.

Groguets

Aunque podamos hablar de resultado injusto, el Villarreal cumple en todas sus líneas. Empezando por la portería, donde Asenjo estuvo inconmensurable. La parada a tiro a bocajarro de Martín Montoya es de enorme complejidad, con toda la tropa tapándole la visión. Además, aunque Trigueros estuvo presente en la polémica con las manos y su expulsión, para mí es uno de los mejores del campeonato en su posición. Por no hablar de Rodrigo (el groguet), que para algunos puede llegar a ser el equivalente al Busquets del futuro. Y arriba, la doble B, Bacca y Bakambu. En definitiva, el Villarreal tiene un gran equipo, aunque el sábado jugara un partido más gris que en otras visitas. Pero cuando el Valencia gana así, decimos que sabemos sufrir, que somos efectivos, que el equipo ha competido bien, ¿no? Vale para todos.

Neto

Para la anécdota quedó la subida a rematar in extremis de Neto, que si hubiera marcado habría sido el segundo portero de la Liga en hacerlo en jugada, tras Aranzubía, que marcó en un Almería-Deportivo en la 2010/11 (no contabilizamos a estos efectos los varios de Chilavert de penalti con el Zaragoza). Bueno, hablando de mala suerte, en esa última jugada sí reconozco que hubo, porque Neto la despejó a las nubes y el remate no era tan difícil. Su imagen por televisión de cuclillas y cabizbajo al final del encuentro resume el sentimiento de la tropa. ¿Se les hundirá la moral? ¿Logrará Marcelino encontrar las soluciones que ahora no vislumbra? Ni idea. Nos viene de perlas el parón. Ver la fuga del Barça es frustrante. Me aburre. Necesito desconectar. Hoy paso hasta del Boxing Day. Bueno, venga, depende de lo que hable el cuñado en la comida.

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