Aunque el viernes lo negara, Marcelino García Toral esconde una vara dentro de su chaquetón negro con capucha y la sacó a relucir el miércoles en la sala de prensa de Mestalla. En un discurso decorado con autocrítica, señaló la falta de actitud de los jugadores como una de las razones por las que el Alavés, plagado de suplentes, estuvo a punto de tirar por tierra la ilusión del valencianismo de ganar la Copa. Vale que no fue muy explícito y siempre usó el plural para culpabilizarse, pero me extrañó la actitud del técnico asturiano durante esa caótica primera parte. La realización de televisión ofrecía planos de Marcelino con semblante serio, de preocupación, entrando y saliendo del banquillo de manera constante y con consultas reiteradas a su segundo. Pero sin ninguna decisión que pudiera enderezar el rumbo errático del equipo. Parejo siguió perdiendo balones, Kondogbia deambuló perdido , Guedes y Andreas no desbordaron y Zaza y Vietto no la olieron. Pero no hubo cambios. Fue en el descanso cuando, presuntamente, Marcelino afiló la vara. Y la segunda parte no tuvo nada que ver, aunque paradójicamente marcó el rival cuando mejor estaba el Valencia. La reacción, con remontada, tuvo la firma de Marcelino porque la protagonizaron Rodrigo y Mina, que entraron desde el banquillo, y Guedes, tras cambiar de banda cuando se retiró un errático Andreas. El resultado es muy bueno para lo que se vió sobre el campo. Y la reprimenda edulcorada de Marcelino fue un aviso para navegantes. O corremos todos, o se escapa la liebre. Y la del miércoles llevaba corona real.

Andreas

Reconozco que le he empezado a pillar manía a Pereira porque sus últimas intervenciones me han puesto nervioso, pero pese a todo es el segundo mejor asistente del equipo -cinco asistencias, me apunta Pablo Leiva-. A Andreas le pesa mucho su precio -3 millones de cesión- y sobre todo haber llegado al Valencia de la mano de Guedes como dos jóvenes con proyección, ambos cedidos por grandes, y que su compañero se haya destapado como un pepino sideral. Es un buen futbolista, con mucha calidad, pero la baja de Soler y su obligada titularidad en banda derecha le han hecho un flaco favor porque ha destapado sus carencias. Quizás porque no es un jugador de banda. Como le sucedía a Rodrigo cuando Nuno, Voro, Neville y compañía insistían en desplazarle a la banda. Pero Andreas tiene que espabilar y ofrecer mucho más. Con mucho azúcar, pero al fin y al cabo es lo que ayer dijo Marcelino.

Árbitros

Cuando las cosas van mal no tienes autoridad moral para quejarte y llorar por los arbitrajes. Por eso entiendo que esta temporada el Valencia está desaprovechando una ocasión irrepetible para plantarse y quejarse oficialmente ante la Real Federación Española de Fútbol, el CTA y La Liga por las actuaciones de los colegiados durante la temporada. Es una auténtica vergüenza. Me duele que ni Marcelino, ni los jugadores ni Alemany ´hayan hecho un Jaume Ortí´ y no hayan aprovechado los micrófonos para denunciar el acoso y derribo del colectivo arbitral. Penaltis de todos los colores se han comido en el área rival sin sanción. Y el único técnico expulsado esta temporada huelga decir quien ha sido. El marcaje hacia el banquillo del Valencia es constante por parte del cuarto árbitro y, por ende, del principal. El miércoles fue el hijo de Marcelino, por segunda vez por cierto, el damnificado. Y, a su manera, lo denunció el entrenador ayer y porque se la puso botando con su pregunta el compañero de ´Onda Cero´ Víctor Lluch. Pero esa breve y teatralizada respuesta de Marcelino no es suficiente. Si hay una persecución de los rivales para parar a patadas a Guedes, hay que denunciarlo. Sobre el campo queda claro que los árbitros no lo ven. Y encima el atacante portugués recibió tarjeta por luchar de manera honrada por un balón ante el portero. El mundo al revés. Pero si en el club no lo ven así, pues oigan, no se hable más. ¡Amunt!

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