Tras el previsible varapalo de Copa, toca cambiar el chip. No es fácil. Todas las expectativas de la temporada estaban puestas en esa olla. Las de Marcelino, al nivel de la afición. Pero este negocio está montado para gloria y regocijo de dos. Y los demás, hacen lo que pueden. Alguien puede decir que no es cierto, porque el Sevilla está en la Final, otra vez. Bueno, Pero son la excepción, por sus particulares circunstancias. Los hispalenses tienen una ingeniería montada en torno a los partidos de copa, desde hace muchos años, y todavía disfrutan de las mieles del éxito de Monchi, al que se lo rifaban en Italia, como también quieren rifarse a Tebas. Nuestro fútbol debería plantearse un trueque, uno por el otro, como las películas de espías.

160

No hay manera de frenar al Barça, a doble partido. Adiós quedaron esos años en los que pequeños equipos o no tan pequeños daban la campanada, a partido único. Y es que a una carta pueden pasar muchas cosas, en 90 minutos locos, y esa es la esperanza del Sevilla este año. Pero a doble partido, todos en el fondo de nuestro ser sabíamos que era misión imposible. No se puede competir contra un equipo que tiene un jugador que vale 160 millones. Porque es el que da un giro de 160º al partido (a grado por millón), y nos mete el golazo que nosotros no podemos meter. El reparto de las teles ha magnificado las sempiternas diferencias. Esto parece el reparto de jugadores que se hacía en el patio del cole. Con la diferencia de que allí te puedes cambiar los jugadores si la cosa va mal. Solo queda tratar de meterte en otra pomada, y que no te toquen un grande hasta el momento final.

Revisión

El planteamiento de Marcelino fue correcto. Llegar vivos hasta el final. Además, cambiando el sistema, del 4-4-2 al 4-3-3, aunque ello nos costara no tener el balón. Pero como no lo íbamos a tener de todos modos, qué más daba. Para el partido del Levante el Valencia tiene la enfermería más colapsada que un hotel de Marbella en agosto. Garay tiene microrrotura, Rodrigo fastidiado y Coquelin con cositas. Leo algunas críticas a Parejo, y es posible que estuviera menos lúcido que en otras ocasiones, pero le vi presionar de área a área, como un box to box, y eso dice mucho de su entrega. Me preocupa mucho más el fuelle de Kondogbia, al que le encuentro aparentemente cansado, Zaza missing in action, Vietto, que ha hecho una gaseosa desde su primer partido, o Guedes, que va entre algodones desde que le operaron.

Secretismos

De Murillo, ni hablamos. Como espectador, no entiendo el silenzio stampa del club con su caso. ¿Cómo es posible que se le opere del abductor y que eso no se supiera? ¿Por qué tanto secretismo? Las lesiones forman parte de la vida de un jugador, y no pasa nada. Pero la transparencia es esencial para que haya orden y concierto. Claro que, teniendo en cuenta el pitote que se montó con el precio de las entradas, el milagro es que nos enteremos de dónde se juega y a qué hora. El Derbi promete ser bonito. Boateng viene de marcar al Madrid, y aunque Bardhi no está en su mejor momento, aun escuece el chufo que metió en la primera vuelta. El jugador parece desanimado y ha perdido la plaza de titular, pero estoy convencido de que va a ser un jugador importante en el fútbol español.

Alegría

Como aficionado del Valencia, está claro que quiero una victoria. Pero, ante todo, quiero un Derbi bonito, que se convierta en referencia, como un Inter-Milan. De hecho, el duelo Zaza-Pazzini es pura Italia. El levantinista marcó el otro día el primero de muchos goles, y al Madrid, es un clásico de la Serie A. Preveo un partido al trantrán y sin demasiadas ocasiones. Los de Muñiz no están para echar cohetes. Por la parte valencianista, sólo hay una forma de arreglar esto. No es con fútbol, ni con sistemas, ni con bandas (que también): es con alegría. Alegría de vivir, alegría de jugar, como los niños. Recuperar las risas cómplices en el césped, quitarse la presión. Ya ha pasado la Copa. Ya ha pasado ese huracán de lesiones. Ya hemos perdido. Sólo nos queda disfrutar.

Murciélago

El planteamiento de espíritu tiene que ser como la canción de Hombres G. Salir a pasarlo bien. Eso, y no la presión de ganar, nos mantendrá en puestos Champions. Por supuesto, si tratamos de jugar raso y nos olvidamos de meter centros desesperados a la olla, es más que factible que regrese el gol. Es domingo de lujo para la ciudad. Aunque sea invierno y haga frío, Mestalla tiene que recuperar la ilusión del murciélago nocturno que revolotea los tejados, desorientado por el ruido y las luces. Y, sobre todo, disfrutar de una tarde en Mestalla en horario privilegiado, el del plus de toda la vida. El que no ven en Asia porque a esa hora ya están durmiendo.

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