Recuerdan el libro infantil: ¿Dónde está Wally? Pues yo llevo muchas semanas jugando al mismo juego con el presidente del Valencia CF, Anil Murthy. El asiático es una persona que aparece y desaparece con facilidad. Siempre lo ves en los estadios donde juega el equipo pero nunca sabes si de verdad ha estado. Siempre lo ves, porque tiene la curiosa afición de subir una o varias fotos a su cuenta particular de Instagram desde el palco en cada partido. Sin embargo, nunca le escuchamos hablar, nunca sabemos qué opina y no tenemos la oportunidad de saber sus impresiones sobre lo que ve.

Los arbitrajes

En las últimas semanas he echado en falta que el diplomático saliera a la palestra y denunciara los nefastos arbitrajes que estaban atropellando a su equipo. He echado en falta que demostrara saber estar para conocer la importancia de su cargo y pudiera intentar cerrar de alguna manera la importante brecha que él mismo abrió con el aficionado con el todavía incomprensible editorial que se marcó en noviembre. Estas semanas ha tenido una oportunidad de oro para acercarse a la gente, para abrirse un camino defendiendo la entidad de la que es presidente, pero no la ha sabido aprovechar, y no ha sabido hacerlo porque va a ser imposible que un día pueda llegar a saber lo que representa y a cuantos representa el cargo que ocupa.

Soy de los que sigue pensando que un presidente con personalidad, que sea capaz de levantar la voz cuando toca y de torear con mano izquierda ante las crisis suma tanto como un futbolista importante en un plantilla. Sigo creyendo que en el fútbol, como en otras muchas cosas, las masas necesitan líderes y pese a que ahora el valencianismo tiene a los suyos en Marcelino o Guedes, es evidente que hay temas a los que ellos no llegan. Por ejemplo, el portugués no puede salir a quejarse de que le pegan cada semana, pero el presidente del club si podría haber reclamado protección para uno de los jugadores a los que más le pegan de la Liga. Igual que podría haber puesto el grito en el cielo por la no expulsión de Sergi Roberto o la amarilla a Suárez que hubieran cambiado, en mucho, la eliminatoria de Copa. No sólo no lo ha hecho, si no que ha permitido en los últimos días que se deje la sensación de que fue el Valencia CF el que le anuló el gol al Levante UD o incluso peor de que robó los tres puntos.

No salir a quejarse cuando perjudicaron al club de manera grave era necesario pero todavía más lo es después de que el domingo el equipo tuviera que sufrir otra vez más un calamitoso arbitraje que fue tapado por un error grotesco a favor. El error de Medié fue evidente pero la campaña que se ha montado contra el Valencia CF desde ese momento sólo puede acabar en más errores arbitrales contra los de Marcelino en las quince jornadas decisivas que quedan para acabar la Liga, y eso si que sería algo fatídico. Esperemos que el gol de Coke no sea la segunda parte del gol de Messi.

Ansiedad en el equipo

Espero que la victoria ante el Levante sirva para calmar la necesidad de puntos que tenía el equipo y de tranquilidad para afrontar la parte decisiva de la temporada. En los últimos encuentros, principalmente el del domingo, he visto un Valencia CF excesivamente ansioso en todas sus líneas y lejos de su mejor rendimiento. Es cierto que el compromiso y la entrega siempre están y eso es algo faltó en las anteriores campañas, pero para pelear por grandes objetivos no es suficiente.

Seguridad atrás

Marcelino necesita recuperar la seguridad defensiva como sea y para ello confío en que el regreso del colombiano Murillo sea balsámico para la zaga porque el nivel de Paulista no está siendo bueno desde hace meses. Además, de mediocampo hacia delante hace falta recuperar las alternativas y que no todos los equipos sepan que tapando a Guedes te quedas sin armas. Es necesario que vuelva a aparecer un Parejo más intenso y cercano al gol, que Soler consiga hacer goles que es uno de sus puntos fuertes y sobre todo que los delanteros vuelvan a ver portería. Mención especial merece Santi Mina.