El Valencia guerreó en Málaga y se llevó una victoria que mereció apuntalar más en la primera parte. Por supuesto, el equipo fue el revulsivo que necesitaba el Málaga. Me he pasado décadas diciéndolo, y por desgracia cada semana lo constato. Si hay una estadística (positiva o negativa) por romper, ahí estamos nosotros. Llevaba el Málaga tres meses sin mojar en su campo. Sólo teníamos que llegar nosotros y ponernos a tiro. Su gol llegó cuando mejor jugábamos, y a partir de ahí el partido fue otro. Pero, claro, tenemos a Guedes. No es nuestro, pero por una de esas locuras de la vida, juega con nuestro escudo en la camiseta. Y en una de las tantas que armó, montó la jugada perfecta para que Rodrigo tuviera la oportunidad de que le hicieran penalti.

Complicado

Luego, Parejo sólo tuvo que mantener la mirada de acero azul. El capitán es nuestro Ben Stiller. Donde pone el ojo, la clava. Es frío como un témpano, pero sólo aparentemente, porque la pelota en sus pies está siempre caliente. Me pareció percibir que un defensa contrario le comía la oreja para que fallara. Pero el tío nunca se inmuta, y resuelve, aunque los porteros le adivinen los penaltis. Segunda pena máxima pitada consecutivo (esta vez, sí fue). Aun así, la Rosaleda merece mayores alegrías, porque fue un digno rival, y el partido estuvo crudo hasta el final. Nos hundíamos contra el colista. Entonces, Coquelin empató con la coronilla. Una fantástica actuación que le afianza en la alineación de aquí en adelante. Cuando digo que somos revulsivos, me refiero a lo bueno, también: el tío no marcaba desde hacía cinco años.

Guedes

Como aspecto positivo, señalemos la vuelta de Murillo. Ha estado de baja casi tanto como el Málaga sin ´mojar´. De hecho, no nos acordábamos de lo bien que jugaba. Además, el Valencia CF ha aprendido a remontar, una asignatura pendiente durante gran parte de la temporada. Como aspectos negativos, tenemos una lista para poner en imán de nevera. El primero, que el gol inicial blanquiazul ya lo hemos vivido antes. A veces repetimos tanto un error que parece que este partido ya lo hemos visto. Ideye remató como pudo y Neto, otra vez anclado en la cal, no hizo ni amago. Y un escándalo: a Gonçalo Guedes lo cosen a faltas impunemente, y acabarán lesionándolo. Lo que me hace pensar en la segunda: la ´guedesdependencia´. ¿Qué haremos cuando nos demos cuenta de que no podemos retenerle? ¿Por qué no fluye el equipo sin él? Sin Guedes, no hay peligro.

Zaza

Y eso me traslada a una tercera. Es pensar en peligro y no pensar en Zaza. ¿Qué le pasa? El sábado su entrada nos dio vida, pero está batiendo récords de sequía. ¿Serían lo mismo si tuviera la rodilla bien? Todos (incluido él) dicen que no tiene nada que ver, pero si hubiera ido al quirófano en su día, quizá ahora lo tendríamos casi a punto de reaparecer. Su bajón coincide con la llegada de Vietto. Pero un delantero tiene que estar preparado para lidiar con la competencia. Mina, por ejemplo, está a tope, precisamente porque no vive pendiente del cambio. Aun así, ayer la lectura fue la inversa, y Zaza-Rodrigo sacaron mayor rédito que la dupla Vietto-Mina. Así que, como soy optimista, acabamos con la lectura positiva: Marcelino acertó esta vez en los cambios.

Estilo

Y así pasan las jornadas, sin pena ni gloria, y sin embargo cubriendo objetivos. Nos quedamos KO desde lo del Barcelona. Pero tiene razón el míster: vamos terceros y estamos cumpliendo con creces. Aunque echamos de menos ir más sobrados en ocasiones. La posesión el sábado fue impoluta, rozando el 70%, pero el juego fue apagado. Mucha gente dice que hemos perdido fuelle, que no jugamos igual. No opino así. Jugamos igual, pero antes las metíamos de inicio y luego era casi imposible remontarnos. De hecho, no fue posible durante muchas semanas. El estilo es el mismo. Contragolpe mortal. Cierto que hemos tenido momentos de juego brillante, que ya no están. También el rival sabe a qué jugamos. Y cada vez están más presionados todos: los dos de arriba, por ganar. Los de abajo, por salvar la vida.

Divino Codino

En realidad, falta magia. Un tío con varita. De los que ya no quedan. Ayer, domingo, cumplió 51 tacos el tío con el que más he disfrutado como espectador: Roberto Baggio. Muchos lectores no sabrán quién es, porque la suerte no le dio el soplo final en el segundo más importante de su carrera. Pero, precisamente por ello, soy más incondicional, si cabe. Un jugador que habría cambiado la historia, en tiempos más benévolos con los artistas. Le tocó una época de soldados imperiales y fútbol de ras i patá als collons. Ya era idolatrado, entonces. Ahora, además habría podido ganar lo que merecía. Sonó una temporada, en tiempos de Paco Roig. Llegué a pensar que lo veríamos aquí. No pudo ser, pero cada vez que percibo que falta magia, pienso que ese es el perfil que los ojeadores tienen que encontrar, al precio que sea.

Más artículos de opinión de Manu Badenes, aquí.