Con una autoridad aplastante, como si se tratara de un partido de seniors contra juniors, España se presentó en el Eurobasket 2017 pegando un golpe encima de la mesa que advierte a todos sus rivales de que esta selección española ha llegado al Campeonato de Europa dispuesta a repetir el oro de Francia 2015.

Las dudas en los primeros partidos de otros campeonatos del equipo de Sergio Scariolo quedaron esta vez disipadas desde el minuto cero, con una exhibición de fuerza, clase y recursos humanos insultante. Y es que la gran diferencia entre España y los otros es su «fondo de armario». En el estreno continental quedó muy claro. Grecia, Francia, Lituania, Serbia, Croacia... cualquiera del resto de aspirantes -incluido el mismo Montenegro- pueden formar un cinco inicial en pista competitivo y capaz de ganar a cualquiera. Pero en todos esos equipos, tras los "titularísimos" hay mucho menos talento del que proyecta España desde su banquillo.

La segunda unidad de Scariolo, sin tener el descomunal talento de los Gasol o Ricky Rubio, sí mantiene de sobra el nivel. Sacar de refresco al «Chacho» Rodríguez, a los Hernangómez, a Sastre, Oriola o el mismo Juan Carlos Navarro es un lujo que el resto de aspirantes no puede exhibir.

La verdad es que el equipo bordó el baloncesto ante Montenegro, una selección que pareció de «serie B» desde el salto inicial. Los primeros 20 minutos fueron para enmarcar. Acertados en el tiro, jugando a una velocidad supersónica, muriendo en cada defensa como si fuera la última del partido, con una superioridad aplastante en la zona y dando lustre a ese gen ganador que lleva consigo la selección nacional desde hace ya más de una década, España se paseó ante un rival desesperado por la avalancha que se le vino encima.

La primera victoria ya está en la mochila. Un triunfo que debe servir para que el equipo siga creciendo y se lo crea. Hay mucho trabajo por delante, los rivales que están por venir darán seguro más guerra que los balcánicos. El camino hacia el oro de Estambul es todavía muy largo. El estreno, desde luego, fue triunfal. No se le puede poner ni un pero. Yo, al menos, no se lo veo.