La peor imagen posible antes de la Eurocopa. España, más allá de la derrota, volvió a mostrar los síntomas de Brasil pero la situación era más grave y es que el rival fue Georgia. Del Bosque miraba y miraba desde el banquillo con cara de no entender nada, y mucho menos qué es lo que debía cambiar. Solo acertó metiendo a Silva. El canario se unió a Iniesta para comenzar a crear y dibujar las jugadas de ataque, pero nadie remataba esos balones. Mientras, Alcácer estaba en casa, pensando que tal vez con una oportunidad las sensaciones en el choque previo al torneo de Francia habrían sido otras.

El partido empezó con España llegando a campo rival pero sin incidir en una defensa que estuvo demasiado tranquila. Del Bosque no comprendió cómo hacer daño a Georgia y eso provoca todavía más dudas de cara a una Eurocopa en la que los rivales serán mucho más fuertes. Con una imagen gris, el contexto se tornaría negro después de que Okriashvili anotara en el minuto cuarenta el primer, y a la postre único, gol del partido.

En la segunda parte España salió con el carácter impropio de aquel equipo que debe remontar un partido, aunque el de ayer fuera amistoso. La realidad es que solo Iniesta y David Silva encontraron la manera de hacer sonar una melodía que el resto parecía no poder seguir. El único que lo intentó fue Nolito, aunque con menos suerte que en los duelos ante Bosnia y Corea.

En los últimos minutos, el conjunto que dirigió Del Bosque se ahogó en la búsqueda del empate, pero de nuevo sin suerte fue agotando los segundos hasta que el colegiado pitó el final. En ese momento, el Coliseum, para no marcharse con mal sabor de boca, aplaudió casi por compromiso.

La selección, tras la derrota, mostró en su mensaje la necesidad de hacer autocrítica a escasos días de que comience la Eurocopa. Mucho más tras caer ante el combinado 137 del mundo, algo que hace que España viaje a Francia con sensaciones algo negativas y que han provocado que el fracaso sufrido en Brasil, en 2014, se perciba de nuevo en el ambiente. La duda es si Vicente Del Bosque podrá reaccionar a tiempo.

La selección española decepcionó en su último test antes de encarar el gran reto de defender por segunda vez el título europeo, sorprendido por la débil Georgia en un encuentro de dominio sin pegada, en el que solo Andrés Iniesta escapó del reencuentro con la imagen ramplona de antiguos amistosos.

El calor y el miedo a una lesión a seis días del estreno en la Eurocopa eran factores que condicionaban el arranque soporífero de España. Uno de esos días de dominio sin profundidad, errática en el pase, a expensas de un gesto de calidad aislado o la ilusión del debutante. Lucas Vázquez encontraba el premio a su temporada de inicio. Pegado al costado derecho lo intentó siempre.

España encontró a un rival que no quiso hablar su idioma sobre el césped, con una distancia hasta la portería rival que convertía en utopía incomodar a De Gea pero nadie desaprovecha un regalo y ante la incredulidad de todos, se marcharon al descanso con ventaja en el marcador y la supieron conservar.

Restaban seis minutos para el asueto cuando un desajuste defensivo dejó solo a Jigauri. Optó por asistir y a placer, en posición dudosa, marcaba a puerta vacía Okriashvili. Georgia venía de ser goleada por Eslovaquia y Rumanía. Firmaban no caer con estrépito en Getafe y se encontraban con una realidad distinta.

Sin acierto ni precisión

De nada había servido el dominio de la Roja. Nada más nacer el duelo acariciaba el gol Sergio Ramos con un escorzo para rematar acción a balón parado. Era un espejismo. España encerró pero no inquietó en exceso a su rival. Cesc disparó al lateral de la red en el segundo acercamiento y Lucas despertaba a todos del tedio con su velocidad pegada a banda y un centro medido que cabeceó fuera Aduriz con todo para marcar.

Faltó precisión para abrir el cerrojo. Cesc fue el más incisivo descolgándose del centro del campo hasta el área rival. Los puños de Revishvili salvaron su segundo intento. El poste repelió el disparo más ajustado. El de Thiago, con calidad, colocando el cuerpo para un toque sutil.

Los cambios para el segundo acto revolucionan a España. Iniesta apareció en escena y se echó a la selección a sus espaldas. Leyó bien el partido, aportando llegada y disparo cada vez que tuvo oportunidad, pero faltó acierto. No era el día y Aduriz sintió lo que en su día otros nueves de la Roja sin ningún protagonismo en el juego.

Busquets choca con el portero de Georgia en una acción del partido. Foto: Reuters

Rozó el poste en dos intentos seguidos. Iniesta con su derechazo y Nolito, rompiendo desde la izquierda hacia dentro. Georgia renunció a todo. Se encerró y levantó un muro que fue imposible de derribar. Pérdidas de tiempo continuas para conservar un triunfo histórico.

El orgullo empujó a España a intentarlo hasta el final, con más corazón que cabeza, en una noche que no puede dejar contento a ningún jugador y alimenta de dudas la llegada a la Eurocopa como una de las favoritas. Toque con velocidad y disparos sin acierto hasta el final. Más criterio y calidad con Koke al mando, Iniesta y Silva inventando. Perdonó Jordi Alba solo, rematando en carrera sin controlar ni dejar caer el balón. Nolito probó suerte por bajo, Piqué por alto. Nada de lo que se intentase daría resultado. España cosechaba una de las derrotas más sonrojantes de la 'era Del Bosque'.

Ficha técnica:

0 - España: De Gea; Juanfran (Bellerín, m.46), Piqué, Sergio Ramos (San José, m.46), Jordi Alba; Busquets (Pedro, m.76), Thiago (Koke, m.46), Cesc (Iniesta, m.46); Lucas Vázquez (Silva, m.61), Nolito y Aduriz.

1 - Georgia: Revishvili (Kvaskhvadze, m.55); Lobzhanidze, Kashia, Amisulashvili, Kverkvelia; Abujarnia (Tsiskaridze, m.78), Kazaishvili (Chanturia, m.72), Okriashvili, Jigauri; Navalovsky (Kobakhidze, m.84) y Dvalishvili (Kvilitaia, m.72).

Goles: 0-1, m.39: Okriashvili.

Árbitro: Vilhjalmur Alvar (ISL). Amonestó a San José por España; y a Kverkvelia por Georgia.

Incidencias: encuentro amistoso disputado en el Coliseum Alfonso Pérez ante la presencia de 14.000 espectadores.