La anécdota en la previa del partido entre Gales y Eslovaquia en el Matmut Atlantique de Burdeos se produjo en el calentamiento, cuando Gareth Bale le rompió, obviamente sin querer, la nariz a un aficionado galés de un balonazo. Gales calentó en la parte del campo en el que se congregaban los 24.000 aficionados que viajaron a la capital de Aquitania para darles apoyo. Un disparo del jugador del Real Madrid se desvió e impactó en la cara de un seguidor que sangró aparatosamente. El ídolo de la selección galesa se acercó enseguida para disculparse con el aficionado.