El Gran Premio de Gran Bretaña del 2009 pasará a la historia no sólo por ser, a menos que se decida lo contrario, el último que acoja el circuito de Silverstone, sino también porque éste trazado, que en mayo de 1950 fue el escenario de la primera carrera del Mundial de Fórmula Uno, puede ser además el del principio del fin del certamen estrella del automovilismo mundial.

El anuncio por parte de la asociación de escuderías (FOTA) de crear un campeonato autónomo al margen de la Federación Internacional del Automóvil (FIA) y del poseedor de los derechos comerciales (Bernie Ecclestone), dejó en la noche del jueves al viernes helados a todos los protagonistas de la Fórmula Uno.

Los ocho equipos considerados 'rebeldes' -todos menos Williams y Force India, expulsados de la FOTA por inscribirse sin condiciones en el Mundial del 2010- han anunciado incluso que ya están trabajando en el nuevo certamen y que, de momento, no tienen intención de dar marcha atrás.

Max Mosley, presidente de la FIA, reaccionó primero anunciando que emprenderá sin demora acciones legales contra los equipos segregacionistas y señalando que la intención de la FOTA no es más que una mera "pose", y dos días más tarde abrió los brazos para ofrecer un camino de negociación que ponga fin a unas diferencias que, a su juicio, son pequeñas y nada insalvables.

Los cierto es que los equipos no están dispuestos a dar su brazo a torcer y se antoja que la única solución para desbloquear la situación pasaría por la renuncia de Mosley como mandamás del automovilismo internacional.

El miércoles que viene se reúne el Consejo Mundial de la FIA en una reunión que puede ser crucial para el futuro del campeonato, habida cuenta de que a Mosley lo podrían poner entre la espada y la pared.

Pero Mosley ya ha dejado claro que no tiene intención de bajarse del barco, pese a que pensaba hacerlo en octubre. Ahora cree que no puede dejar todo empantanado y que lo mejor para todos es seguir al frente de la FIA hasta que se de con una solución.

Bernie Ecclestone también se ha mostrado confuso en sus manifestaciones. Primero declaró, ahora supuestamente, a los medios de su país que sentía simpatía por los equipos y que habría que retirar la propuesta de un límite presupuestario desde 2010 que desató las hostilidades, para al día siguiente negarlo todo y asegurar que "las reglas son las reglas".

Mosley cree que el único objetivo de los equipos es asumir el poder. Y está convencido, o al menos eso dijo, de que los equipos no se atreverán a dar el paso de emanciparse porque son los más interesados en seguir ligados a la Fórmula Uno.

Lo cierto es que Mosley tenía la intención de dar el viernes una lista de inscritos. Luego lo aplazó al sábado y finalmente lo dejo en 'sine die'. Principalmente porque no tiene a quien inscribir, pese a asegurar que disponía de hasta quince escuderías dispuestas a hacerlo.

La reunión del Consejo Mundial se presenta animada toda vez que los equipos esperan un acorralamiento contra Mosley. Dado que no quiere dar uno o dos pasos a un lado, puede que le animen a dejarlo y tratar de reconducir la situación con la supervivencia de un campeonato de sesenta años como único objetivo.