El mundo del fútbol se conmocionó en diciembre del pasado año cuando salía a la luz que un jugador del Alevín del Torre Levante había sufrido un derrame cerebral. Al club de Orriols llegaron cientos de mensajes de apoyo para el joven guardameta que, con solo 11 años, iba a jugar el partido más importante de su vida. Se enfrentaba a una operación complicada de la que no se conocían las secuelas. Pero los que conocían a Ferran Raimundo sabían que iba a salir adelante. Y lo ha hecho.

Diez meses después, Ferran está prácticamente recuperado al cien por cien. Sus ojos azules desprenden vida y su sonrisa, felicidad. Todavía sigue acudiendo a rehabilitación, pero ha vuelto a entrenar a Orriols, ha comenzado el instituto y tiene muchos planes de futuro. «Antes, de mayor quería ser portero; ahora, después del derrame, prefiero ser médico. Igual que me han ayudado a mí, yo quiero ayudar a los demás», reconoce un niño que, con 12 años recién cumplidos, no tiene ningún reparo en hablar del derrame que sufrió.

Sabe que todavía tiene que recuperar movilidad en la mano izquierda y hacer muchos ejercicios mentales. Por ello va a rehabilitación durante más de dos horas dos días a la semana. Y aprovecha entre sesión y sesión para hacer los deberes del instituto recién comenzado. Para no perder un curso que se interrumpió en diciembre ha tenido que hacer muchas clases de repaso y aprender a escribir con la derecha, porque es zurdo. Pero al final se sacó el curso con notables. Y es que Ferran demostró desde el primer minuto que tiene un don, que tiene mucho que demostrar y que de él mucho se puede aprender.

Como su humildad. Tras la operación a la que fue sometido fue homenajeado por decenas de entidades -la última, la semana pasada, en la presentación del Massamagrell- y recibió regalos del Valencia, Levante, Villarreal, Roma, etc. Podría convertir su habitación en un museo y ser la envidia de sus amigos. Sin embargo, él no presume de ello. Pero sí de familia. Sobre todo, de unos padres que han estado siempre ahí. «Además de la rehabilitación, salgo a correr y en bicicleta con mi padres; y con mi madre hago ejercicios en casa. Me han ayudado mucho», añade Ferran.

En lo deportivo, siguen entrenándose en el Torre Levante, donde ya ha dado el salto al fútbol-11. Concretamente, esta temporada jugará en el Infantil C. Para él es un cambio menor porque es portero. «¡La portería es un poco más grande, eh!», incide Ferran.