Lo dicen los protagonistas de las conversaciones privadas que están manteniéndose, a tres bandas, entre la administración concursal, los acreedores del club, representados por el letrado Santiago Nebot, y los accionistas minoritarios de Valentín Serrats, quien lleva tiempo trabajando en la sombra: «Si se va Pedro Villarroel hay gente dispuesta a entrar en el Levante». No es una frase vacía. Detrás de ella existe un plan trazado sobre el papel que tal vez parezca utópico, pero que hoy por hoy, y sin margen de error, es la única alternativa a la liquidación.

Fruto de la alianza entre Serrats y Nebot, un heterogéneo grupo inversor con el denominador común de estar formado por empresarios valencianos y en su mayoría también levantinistas —aquí entrarían los Pechuán, López, Tomás o Izquierdo, pese a que el entorno granota prefiere proteger y mantener en cuarentena los nombres— permanecen a la espera de que fructifiquen las gestiones para activar la autocartera, que es el objetivo último de las medidas judiciales de la semana pasada y en menor medida del tú a tú con Pedro Villarroel. Una vez el panorama se despeje, y salvo contratiempo, comenzarán a dar pasos al frente. Uno de los primeros sería inyectarle al club entre cinco y siete millones para cubrir la demanda de los ex jugadores del ERE y el desfase en el presupuesto.

En estos momentos se está trabajando para deshacer el entuerto accionarial con la cesión irrevocable y sin ninguna condición del paquete mayoritario a la autocartera. Si no es por escrito, la administración judicial contempla que a finales de esta semana al menos exista un compromiso sobre las intenciones definitivas. En principio, lo deseable sería que en el mismo acto Serna y Rabade se desprendan de las acciones y que Villarroel renuncie a los derechos que conserva. El propio López Lara se comprometió a viajar a Sevilla si es necesario.

Para que el paquete mayoritario esté en autocartera, las partes implicadas en las conversaciones parecen por la labor de pagarle a un predispuesto Villarroel el peaje que solicita. En el cara a cara del pasado viernes, los administradores le cerraron la puerta a que cobre por las acciones, pero la dejaron entreabierta a reservarle un porcentaje que estaría vinculado a la recalificación, según informó ´Minuto 97´. Pese a no haber trascendido, fuentes próximas hablan de una cantidad por debajo de los tres millones.

El proyecto ya está desarrollado sobre el papel. Una vez activada la autocartera, habrá un plazo temporal para que el club se deshaga de los títulos. En este sentido, hay dos fórmulas totalmente compatibles: por un lado, el núcleo duro de inversores se haría con el paquete de control, más del 51 por ciento; por el otro, el resto se pondría en venta para los minoritarios. Todo ello sin descartar que también haya acciones que se conviertan contra créditos de los acreedores, aunque con la ley concursal en proceso este tema resulta bastante peliagudo y de momento parece fuera del plan.

El plan de viabilidad con la autocartera pasa por la recalificación. Ajustándose a los beneficios que se obtengan por la venta de la parcela de Orriols, el club tratará de eliminar su deuda poniendo en marcha un plan de pagos con los acreedores y levantando en otra zona de la ciudad un nuevo estadio —a la espera de lo que pueda pasar con la propuesta de uno compartido— capaz de generar ingresos atípicos.