El Levante está festejando por lo alto sus cien años de vida, un logro al alcance de pocos que ayer lo reunió con sus aficionados tras las fotos de galería con los políticos. Pero en paralelo, club y administración concursal se han arremangado en las trastienda de Orriols estos últimos días para desatar el nudo accionarial que estrangula el futuro de la institución. Un futuro con velas por apagar que pasa por la reunión clave que los administradores tendrán el próximo martes con el letrado de Pedro Villarroel, José Vicente Santaemilia, en la que será la última oportunidad de deshacer el gran entuerto por vía amistosa.

Después de haberles comunicado la existencia de un supuesto inversor interesado en las acciones, Santaemilia le transmitió ayer a los administradores que esa alternativa se había desvanecido, algo que se veía venir desde los últimos días después de que el entorno de Villarroel hubiese deslizado que estaban revisando los números y la deuda y no cuadraba la operación.

Pese a que los administradores estuvieron a punto de presentar en el juzgado el pasado lunes las demandas legales que tienen preparadas contra Villarroel y Romero, finalmente han acordado estirar el plazo de la vía amistosa hasta el próximo martes. Si ese día no hay acuerdo, y pese a que la amenaza no es nueva, la darán por agotada. La falta de resultados en los últimos meses, sobre todo durante el verano, les ha empujado a tomar una decisión que han tratado de evitar hasta el último momento, ya que son conscientes de que los tribunales van muy despacio y que este tipo de procesos terminan eternizándose, algo que es perjudicial para un Levante que lo que necesitaría es una solución rápida.

Villarroel se enfrenta, además de a una pieza de calificación culposa del concurso que podría acarrearle, en caso extremo, penas de cárcel, a la demanda de reintegración por un millón de euros y a la posibilidad, junto a Julio Romero, de responder con sus bienes personales al déficit patrimonial, pese a que el primero llegó a apuntar ante los concursales su condición de insolvente. Al mismo tiempo, pende sobre Cofiser un embargo.

Hasta ahora en las conversaciones amistosas se preveía la solución de un compromiso por escrito en el que se recogiese la renuncia a la recompra a cambio de una cantidad económica que, sobre el papel, deberían abonar los futuros compadores. Y es que, sin duda, esa opción reservada a Cofiser está siendo clave para que ninguno de los interesados en coger las riendas del club dé el paso definitivo adelante.

Reunión con otro interesado

Lo que sí llegan son interesados en conocer la situación financiera del club, los números de la deuda y los detalles para hacerse cargo de las acciones que están en autocartera. En ese sentido, la última fue el viernes, cuando los concursales recibieron a un inversor interesado y a su abogado, que representaban a un grupo de empresas de Madrid y Elche. Esta reunión se suma a las varias que han mantenido con los empresarios aunados por Valentín Serrats, pese a que los hay que al calor de los movimientos de Quico Catalán no descartan que la pista buena acabe llegando por ahí o por alguien de su entorno cercano.

El proceso puede ser largo

La administración concursal tiene claro que le ha dado muchas oportunidades a Villarroel y que en condiciones normales ya habría roto la vía amistosa que en estos momentos vuelve a pender de un fino hilo. Sin embargo, tienen claro también que el acuerdo extrajudicial era la manera más rápida de facilitar la solución del problema accionarial, ya que la vía judicial puede suponer que todo se alargue más de la cuenta. De un modo u otro, lo cierto es que el futuro granota se está decidiendo estos días.