Cien años de vida después, hoy puede producirse un punto de inflexión en la historia del Levante si Pedro Villarroel alcanza un acuerdo definitivo con la administración concursal para sellar su desvinculación y aclarar el caos accionarial que bloquea el proyecto de futuro.

En principio, Villarroel no acudirá a la reunión porque según su entorno «no está en condiciones», así que únicamente lo hará su abogado en la que, según los administradores, es la última oportunidad de que el ex directivo esquive la vía judicial, por la que ya asoma la presentación de diferentes demandas.

A pesar de que los antecedentes tal vez inviten a pensar en lo contrario, lo cierto es que ambas partes apuestan por un acuerdo final en el que Villarroel rubrique el documento de renuncia a la mayoría accionarial que todavía podría recuperar a través de Cofiser. Como contraprestación, recibiría una indemnización de 1,2 millones, aunque los concursales se negaron a confirmar esta propuesta que según fuentes de la negociación partió de Vicente Andreu y que en teoría asumiría el futuro comprador. «La predisposición de mi cliente es llegar a un acuerdo que sea el punto y final, que es lo que todo el mundo desea. A veces vale más un mal acuerdo que un buen pleito», explicaba ayer Santaemilia. «Creo que el tema está llegando a su fin».

En términos parecidos se pronunciaba también Andreu: «Estoy prácticamente convencido de que va a quedar solucionado por la vía amistosa. No puede dilatarse más». En todo caso, parece complicado que sea hoy cuando se produzca la firma de la renuncia, aunque de ser acertado el vaticinio de ambas partes los términos del acuerdo pueden dejarse finiquitados y fijarse por escrito ya esta semana.

Un proyecto muy adelantado

En el caso de que no haya acuerdo con Villarroel, los administradores se verían en la obligación de cumplir su ultimátum y llevarlo a juicio, un proceso que podría dilatarse en el tiempo en perjuicio del Levante. No obstante, y pese a insistir en que no será necesario, los actuales interventores consideran que la única solución es romper la cláusula de recompra que por ahora venía torpedeando a los inversores interesados en hacerse con la mayoría accionarial que continúa estando bajo llave en autocartera.

La solución al problema accionarial se perfila como un requisito indispensable para la llegada de nuevos gestores al Levante con un plan de viabilidad y un proyecto de futuro debajo del brazo. En este sentido, y con bastantes miradas puestas sobre Quico Catalán, en el entorno levantinista se habla de un proyecto muy adelantado, aunque a falta de pulir detalles, pese a que los supuestos protagonistas siguen dando la callada por respuesta.