Aquí está el golpe de efecto. Sergio puso la guinda, pero el mérito es del colectivo. La mejoría ante el Villarreal se tradujo tres días después en la primera alegría de la temporada. El Levante demostró en Almería, ante un rival directo por la permanencia, que no está en la categoría de paso, que quiere consolidarse. El 0-1 fue un ejercicio de mucho sacrificio, sufrimiento y entrega... con final feliz. Una inyección de autoestima para afrontar con otra cara el duelo ante los ´galácticos´. El proyecto ya no está tanto en construcción y las sensaciones cambiaron cuando llegó el primer adversario de ´su Liga´.

El Levante quiso el balón desde el principio y el Almería también; ambos conscientes de la importancia de los tres puntos. Era un duelo directo por la permanencia en la cuarta jornada. Con el casillero vacío, y el Madrid a la vuelta de la esquina, la consiga era mantener la misma intensidad de la segunda parte ante el Villarreal. Ese era el camino a seguir. Pero una cosa es la intención, y otra distinta, la ejecución. Juanma Lillo se dejó de planteamientos ultraofensivos y apostó por la lógica, con sus ´locos bajitos´ como gran amenaza. Piatti y Crusat demostraron desde el principio que están un escalón por encima del resto de sus compañeros. Lo comprobaron Del Horno y Javi Venta. Son un incordio; ´pesaos´ por banda y con capacidad también para irrumpir por el medio. Mientras, el juego ofensivo granota pasaba por las botas de Rubén y el trabajo incansable de Jordà. Pero el primer aviso fue de Valdo, con un tiro cruzado al cuarto de hora sin peligro. Sí que lo tuvo, y obligó a Diego Alves a lucirse, un trallazo seco desde 35 metros de Xavi Torres. Y posteriormente un cabezazo del propio Valdo, a centro de Xisco Muñoz desde la izquierda, que se marchó alto. El leonés se pasó de frenada. Luis y el banquillo no se lo creían.

El partido iba a tirones. Reina los sufría cuando se lo proponían sus dos ´balitas´. El ´uy´ del coliseo lo desató Piatti en un par de ocasiones; la primera tras una jugada embarullada, con una posible falta a Reina, y al cuarto de hora con un remate envenenado. Ni una más tuvo el Almería antes del descanso... con el consiguiente cabreo de sus aficionados. Las piezas del entramado defensivo encajaban. El guión estaba donde quería el Levante; sólo faltaba tener tranquilidad y no precipitarse. La ´manada´ dio un paso adelante a la media hora tras corroborar que las pilas de los rojiblancos se habían consumido. Rubén captó el mensaje y en uno de los muchos córners, tras un rechace, dejó sentado a un defensa y dejó el balón atrás para que Sergio, sin oposición, enganchara un cañonazo imparable. Esta vez Diego Alves ni la olió. Menudo grito de rabia del catalán en la celebración del 0-1. El rival estaba contra las cuerdas y el descanso fue su mejor tregua. Lo estaban pidiendo a gritos muchos minutos atrás.

La última vez que el Levante tuvo ventaja en el marcador le duró menos de un minuto. Es evidente que la pegada del Almería no es la misma que la del Sevilla. Lo que no evitaron los de Orriols es el sufrimiento. Tocaba completar un ejercicio de firmeza de los de nota, más todavía tras la presencia en el campo de Ulloa y Kalu Uche. El dominio local era absoluto. Luis García no las tenía todas consigo y decidió reforzar la medular con Pallardó, sustituyendo a Rubén, y jugar por primera vez en la temporada con el 4-3-3. Curioso que tras esta variación, Xisco Muñoz rozó el segundo. El Almería seguía a la suya, pero el tiempo jugaba en su contra. El bombardeo era constante y sólo por las botitas de Piatti. La primera alegría pasaba por elevar a la máxima potencia la carencia que tanto daño había hecho ante los equipos europeos. En ataque, Caicedo, que dio un respiro a un incansable Jordà, era un islote. Esto es Primera División, y para seguir con vida hay que padecer y mucho. Reina desesperó dejando pasar el tiempo, y en esta labor el malagueño es un fuera de serie.