La decisión de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) de descender a Tercera División al Alicante CF por los impagos a sus futbolistas durante el ejercicio 2010-11 acerca a la entidad alicantina a la desaparición definitiva, tras 93 años de historia.

El Alicante, que defendía que al estar inmerso en un proceso concursal no podría descender de categoría por los impagos a sus futbolistas, se ha visto abocado a bajar a Tercera por la vía administrativa al no haber abonado algo más de 560.000 euros denunciados por sus jugadores.

El Juzgado de lo Mercantil de Alicante, ante el que el Alicante CF presentó un escrito el miércoles, ha desestimado la petición del club de no descender de categoría al estar inmerso en concurso de acreedores.

La deuda está contraída después de que se solicitara el concurso de acreedores, por lo que se ha considerado que queda fuera del mismo y que el Alicante debía haber pagado esta deuda para eludir el descenso en los despachos.

El descenso a Tercera División no sólo supone un revés deportivo sino también institucional, puesto que acerca un poco más al Alicante CF a una desaparición que ya veía de cerca desde hacía tiempo.

Hace unas semanas se cumplió el plazo para que el Alicante se pusiera al corriente del pago con los acreedores que se vieron inmersos en el concurso, pero no está en disposición de abonar los alrededor de 3,6 millones de euros que debe, por lo que, en cualquier momento, el juez podría solicitar la liquidación de la entidad.

Después de que la familia Asensi abandonara la dirección del club mediada la temporada, se hizo cargo del mismo una gestora que ha estado trabajando en la búsqueda de recursos para salvar la entidad.

Entre otras labores, lograron contactar con los empresarios Gil Vázquez y Francisco Martínez, quienes llegaron a reunirse con los dirigentes alicantinistas y la alcaldesa de Alicante, Sonia Castedo.

Según fuentes del Alicante, estos empresarios habrían estado por la labor de apostar económicamente por el club (sin llegar a los 3,6 millones de euros necesarios), pero, para ello, una de las claves era que el equipo siguiera en Segunda B.

Una vez que el equipo ha perdido la categoría y tendrá que militar en Tercera, la entrada de capital en el Alicante se complica y esto aboca a la entidad, que llegó a militar en Segunda División en la temporada 2008-09 (tras cincuenta años de ausencia del fútbol profesional), a una casi segura desaparición.