«Las críticas a Messi sólo buscan desestabilizar y hacer daño». Pese al empeño de Sandro Rosell en censurar cualquier comentario que no suponga música celestial para el Barcelona, algo cruje a cada paso en el vestuario del Camp Nou. Ese algo es la relación entre Messi y David Villa. Según ha sabido SUPER, la relación entre ambos en el vestuario y dentro y fuera del campo es ya irrespirable.

El argentino y la exestrella del Valencia han perdido el filin, la química y el romanticismo. No se abrazan igual, no se llevan como antes y sus celebraciones han perdido entusiasmo. El Guaje levanta la cabeza y busca a su compañero, sin embargo, no encuentra la misma reciprocidad cuando el ´10´ tiene el balón. El afán de protagonismo de Messi crece en la misma medida que su cuenta de goles, pero su apetito empieza a ser incontrolable, hasta el punto de incomodar y molestar al resto de atacantes.

Más que un problema de ego, es una cuestión de orgullo. La convivencia entre depredadores siempre es difícil, pero en el Barça hay uno que lo monopoliza todo: los penaltis, los libres directos, los pases de los compañeros… Guardiola le permite libertades que censuraría al resto. El entrenador y sus compañeros le protegen porque conocen el valor decisivo que tiene. El argentino acata, pero en el fondo soporta mal cualquier suplencia. Guardiola sabe que algunas cosas serán más fáciles de explicar a Villa. «Ya me gustaría, a lo largo de mi carrera, encontrar a jugadores como David, que es el máximo goleador de la historia de la selección, que ha ganado el Mundial y la Eurocopa, que en sus anteriores equipos todos jugaban para él y que ahora se adapta a algo que le conviene al míster y al equipo».

Sacrificio sin agradecimiento

El silencio stampa impuesto por Pep mantiene el asunto encubierto con la complicidad del entorno culé. Guardiola siempre ha agradecido la generosidad y el sacrificio del asturiano, enfatizando que, sin él, el Barça no podría jugar como juega. Esa es la sintonía personal y colectiva que Villa echa de menos en su compañero. El Guaje tiene asumido su rol, pero no encuentra en Lionel agradecimiento alguno por los servicios prestados. Otros jugadores no lo hubiesen hecho, pero Villa sí. La exfigura del Valencia se ha reciclado y ha aprendido a disfrutar del fútbol desde una posición que hasta hace poco tiempo no era la suya. Partiendo como delantero por la banda izquierda también ha jugado en la Selección. Aunque en la Lla Roja, la exigencia del guión se llama Torres.

Villa cuenta con el respaldo del núcleo duro del vestuario. Con Puyol, Valdés, Piqué, Xavi, Iniesta, Fàbregas, Sergio Busquets y Pedro también comparte horas en el combinado nacional. Cuando fichó por el Barça, conocía de primera mano el papel que Guardiola tenía dispuesto para él. Eso no fue ninguna sorpresa, de hecho, el ´7´ azulgrana se ve ahora como un jugador más completo. Su progresión en defensa ha sido importante, incluso reconoce que ha aprendido mucho de jugadores como Pedro: «Cuando tenía dudas le miraba y él me reconducía». Su humildad para correr al espacio una y otra vez, sin que a veces los jugadores le den el balón, es digna de elogio. «Siempre trabaja por el bien del equipo», reconocen sus compañeros. Sus hábitos en el campo han cambiado: ahora choca, trabaja, remata menos, pero combina más. Cuando toca descansar, descansa. El último ejemplo fue el partido de Liga de Campeones ante el Viktoria Pilsen. Pep se inclinó por el canterano Isaac Cuenca en la banda izquierda. La última apuesta del técnico culé dejó sensaciones inmejorables y puso la guinda a su actuación con la asistencia del gol de Cesc. Más competencia para Villa, que también competirá por la titularidad con Pedro y Alexis Sánchez. Mientras, Messi jugó los 90 minutos.

La Pulga se borra de las celebraciones del Guaje

La reacción de Messi no pasó desapercibida para casi nadie. Fue en el partido en casa contra el Viktoria cuando las cámaras captaron en su esplendor el mal rollo con Villa. El asturiano remachó a gol una jugada personal del argentino, que se quedó por el camino, y lejos de reincorporarse a la celebración, miró a otro lado e hizo como si la historia no fuera con él. Feo detalle que dejaba al descubierto un grave problema.

Lo cierto es que es el exjugador del Valencia quien se está llevando la peor parte al chocar directamente con la auténtica estrella del equipo y del fútbol mundial. En ocasiones, el entorno de Villa incluso se ha llegado a quejar de que no le pasan el balón, algo que en realidad tiene mucho fundamento. En realidad, pese a haber crecido mucho como profesional, el rostro de Villa no refleja la felicidad que podía esperarse.