Todos opinan. La continuidad de Mou y Pep es un tema que no deja indiferente a nadie. Un par de margaritas que siguen deshojándose lentamente. La capacidad profesional de ambos es incuestionable y quizás eso sea lo que les permite tener a sus dos respectivos clubes, dos trasatlánticos como son Real Madrid y Barcelona, en ascuas a falta de poco más de tres meses para que acabe la competición.

Ahí el que más delito tiene puede ser Guardiola puesto que ha pedido públicamente más tiempo para tomar una decisión, algo que sin duda supone un perjuicio en la planificación de cualquier equipo... aunque a él todo se le permite en Can Barça. Mou, por su parte, juega con dos barajas. Al parecer ya ha empezado a planificar el próximo curso pero al mismo tiempo no afirma de forma tajante que vaya a seguir y se deja ver por Londres comprándose una casa mientras Chelsea, Arsenal y Tottenham peinan el mercado en busca de un técnico de élite.

Guardiola se enfrenta a la que puede ser su primera Liga perdida ante el Madrid y, aunque pese a ello parece tener la confianza de su junta, no da el paso. Si la Champions League también se escapase podría obligar al técnico de Santpedor a iniciar cierto relevo generacional en una plantilla en la que después de tres temporadas —esta es la cuarta, a las que habría que añadir otra anterior en el filial— mantiene ya vínculos personales. Podría verse obligado a prescindir de futbolistas que él ´inventó´ o incluso con los que ha compartido vestuario, algo que no le sucedió cuando hizo su primera ´limpia´ con Ronaldinho, Deco o Etoo.

Culé desde la infancia y padre de tres hijos, en la decisión de Guardiola al parecer también influirán factores extradeportivos. Su plena entrega al trabajo en los últimos cinco años unida a la enfermedad sufrida por su hombre de confianza, Tito Vilanova, le han hecho demorar su decisión según han deslizado personas próximas al entorno del técnico azulgrana.

A Mou, por su parte, le dolió en lo más hondo que hace unas semanas trascendiese una conversación privada en el vestuario con Sergio Ramos, algo que el luso no perdona. La pasada campaña ya destinó parte de su valioso tiempo a cazar al ´topo´ que había en l plantilla merengue (todo apuntaba a que era Gago) y ahora las miradas van dirigidas hacia Gonzalo Higuaín. Ese fue el momento más débil del portugués junto a la eliminación copera ante el Barça pese a la buena imagen de su equipo. Ahí afloraron rencillas entre el clan luso del vestuario (Carvalho, Cristiano, Coentrao, Rui Faria) y el núcleo duro español que encabezaban el citado Ramos e Iker Casillas aunque a posteriori, con los buenos resultados en Liga, el equipo parece haber cerrado filas en torno a su técnico.

Vivo en Champions y con más de media Liga en el bolsillo, hay quienes especulan con la posibilidad de que la consecución de la décima pueda ser el detonante de su salida. Como suena. The ´Special one´ es así. Se marcharía por la puerta grande como hizo en el Inter... aunque otra posibilidad que también flota en el ambiente es la de que en su contrato tenga una cláusula de indemnización por si se fuga.

El reloj sigue corriendo en el caso de ambos y lo cierto es que ni Florentino ni Rosell respiran tranquilos. Es más, acostumbrados a un panorama futbolístico en el que lo normal ha sido ver rodar las cabezas de los entrenadores en función del capricho del dirigente de turno, llama poderosamente la atención que los presidentes no decidan.