Moutinho, Kondogbia, Toulalan, pero sobre todo Falcao y James Rodríguez. El Mónaco presumía de su vuelta a la primera plana tras un tiempo en el ostracismo y en ese contexto había dos hombres muy importantes, Dmitry Rybolovlev, magnate ruso que se hizo con el 66,67% del club y Jorge Mendes, quien trajo a los dos hombres que este verano se han escapado de la disciplina monegasca en busca de una propuesta deportiva y profesional superior.

Mucho se habló sobre la salida de Falcao hace sólo un año hacia Mónaco y es que la apuesta del colombiano evidentemente era económica, más allá de la deportiva. Esas pretensiones dieron un giro radical cuando la FIFA y la Federación Francesa de Fútbol apretaron el cinturón del equipo de la Ligue1, lo que provocaba indirectamente una bajada de salario de algunos de los futbolistas que habían disfrutazo de una ficha considerablemente alta, entre ellos Radamel.

Este verano, y a pesar de estar lesionado y no disputar el Mundial, el colombiano acabó encontrando muchas ofertas, aunque hubieron dos muy concretas encima de la mesa, la del Real Madrid y la del United. El club blanco no llegaba a lo que exigía Jorge Mendes y por ende a lo que pretendía Radamel Falcao por lo que terminó poniendo rumbo a Manchester, un negocio irresistible económicamente hablando.

Quien sí fue a Brasil fue James Rodríguez. Una de las sensaciones de la pasada liga francesa y del Mundial terminó por hacer perder la cabeza a Florentino, pero antes del propio acercamiento el jugador ya se encargó de dejarse querer con varias declaraciones, lo que no gustó en Mónaco.

Las salidas de James y de Falcao son vistas ahora desde el Stade Louis II como una ofensa a su club y a la historia que arrastra detrás suyo. Los aficionados monegascos tienen en Jorge Mendes, a su enemigo número uno y de hecho ayer aparecieron pintadas en la calzada de entrada a la zona de entrenamiento del equipo rojiblanco. Y es que, en la entidad de los Grimaldi y Rybolovlev se le acusa de hombre deshonesto.