En El Clariano se busca nuevo inquilino antes de enfretarse al Acero el próximo domingo. Cuatro jornadas, puesto que cumplió una de descanso, ha aguantado Rafa Aguado como entrenador, con cuya marcha la Tercera División estrena el cuadro de dudoso honor de víctimas en los banquillos.

El preparador presentó su dimisión tras el primer entrenamiento de la semana, después de la tercera derrota de la temporada, la tercera además de manera consecutiva. Lo cierto es que el clima se había enrarecido tras el penúltimo revés, contra el Benigànim. Desde el club se apunta a que la dimisión obedece a una decisión exclusiva y personal del propio técnico, pero desde la versión opuesta se matiza que la cúpula le había invitado a marcharse, mostrándole desconfianza. Y eso que el propio Aguado, tras el partido contra el Castellón, relató que varios directivos del club presentes en Castalia, entre los que estaba el propio presidente, le habían animado. En ese momento, un día antes de presentar su renuncia al cargo, le sorprendía ser inquirido por su continuidad.

Ahora el Ontinyent debe encontrar entrenador mientras la competición no ofrece tregua para reanudar el proyecto. Con solo una victoria en el casillero -en la primera jornada-, el equipo de la Vall d´Albaida se encuentra en los puestos más bajos de la clasificación, siendo uno de los conjuntos que acaba de descender de Segunda B. El verano ha sido agitado en el conjunto textil, puesto que se tuvo que reconstruir un proyecto solvente partiendo prácticamente desde cero, con un jugador en nómina en la postemporada. Aún así, se le presume uno de los equipos más competitivos de la categoría, aunque ahora deberá remontar.