A Francisco Javier Escuín no hay que explicarle la de vueltas que da la vida. Licenciado en sociología, cocinero (futbolista amateur) e incluso camarero de profesión antes que fraile (entrenador), acaba de aterrizar en Casablanca, previo paso por New Jersey, con el objetivo de continuar desarrollando su labor técnica. «Hay que ir abriéndose puertas», explica este valenciano de 37 años; quien hace cuatro obtuvo el título de técnico deportivo en Cheste y hace apenas cinco meses se encontraba al frente del Imposibles Levante de Primera Regional.

Sus conocimientos y capacidad de reciclaje le han llevado hasta la Arsenal School Morocco. Ha firmado hasta julio como director técnico y de entrenadores de la academia de los gunners, a cuya metodología y colores debe ser «fiel en el día a día». «Es una nueva experiencia, una nueva cultura». No sabe francés ni árabe, pero dirige «en inglés y ayudado por traductor».

Ve en su deseo por «querer siempre aprender» una de sus mejores virtudes, y el motivo por el cual ha participado en un sinfín de clínics y congresos sobre fútbol, además de empaparse de literatura específica. «Su entusiasmo, seriedad, ambición, carisma y ganas de mejorar» motivaron su contratación, aseguran en la web de la academia, que además de un salario le facilita una casa y cubre los gastos de la misma.

Hijo de expresidente del Tavernes Blanques (localidad de la que es originario), como jugador no fue más allá del Parreta o el fútbol de empresas. Es en los banquillos donde su currículo gana muchos matices. Hizo las prácticas como segundo del Torre Levante, con su amigo Óscar Medina, y posteriormente pasó a formar parte de la escuela del Levante femenino, a cuyo filial llegó a dirigir antes de probar fortuna en el Imposibles en diciembre de 2012.

Fue el pasado verano cuando Escuín empezó a recorrer mundo en busca de nuevas experiencias y un bagaje que a medio-largo plazo le brinde «una oportunidad en Segunda o Segunda B». Sin embargo, la aventura se había fraguado un año antes, con su participación en un campus del Charlton. De ahí nacería la posibilidad de participar meses más tarde en una convivencia técnica en Belfast, que derivó en propuestas de Australia, Catar y Estados Unidos. A este último se fue Fran, vía la Global Premier Soccer: se encargaba de prepar paquetes de entrenamientos y de tecnificación a clubes regionales o escolares hasta que le pescó el Arsenal.