El Hércules ha puesto fin, con la pequeña alegría de ser líder del grupo III de Segunda B, a un negro 2014 en el que, después de nueve temporadas consecutivas en el fútbol profesional, descendió de forma dramática a la categoría de bronce del fútbol español.

Tres temporadas después de disfrutar de formar parte de la elite que conforman los clubes de Primera División, el conjunto alicantino no pudo evitar el desastre que deportiva y económicamente le ha supuesto bajar de categoría.

El Hércules arrancó el año 2014 con una victoria ante el Mirandés que le hacía ascender hasta la zona media de la clasificación en Segunda División, con cuatro puntos de ventaja sobre el descenso. Pero aquel triunfo fue un espejismo ante la trayectoria posterior del equipo entrenado por Quique Hernández.

En el mercado de invierno, la entidad alicantina había reforzado la defensa con la incorporación de Ion Echaide, pero la llegada del jugador cedido por Osasuna no fue suficiente para paliar la deficiente planificación deportiva y cubrir las ausencias de jugadores importantes, como el lesionado Noé Pamarot.

A cinco jornadas para el final, con el equipo colista a tres puntos de la salvación, el Hércules destituyó a Quique Hernández e incorporó a Slavisa Jokanovic, que no consiguió sacar al equipo de un pozo en el que se hundió tras ganar un partido (ante el Mirandés, en la penúltima jornada) de los trece últimos que disputó.

El descenso elevó el clima de crispación entre el Hércules y su entorno, sobre todo en torno a la figura de Enrique Ortiz, empresario que ha controlado la entidad desde 1999 y diana del malestar de parte de la masa social del club, que ha pedido en más de una oportunidad su marcha.

Para afrontar la reconstrucción del Hércules en Segunda B, Ortiz acordó la entrada en la entidad del también empresario Juan Carlos Ramírez, que es ahora el que controla el día a día del club mientras Ortiz se encuentra algo más apartado.

En el plano deportivo, el club fichó a Dani Barroso como responsable de la parcela técnica para confeccionar una plantilla totalmente nueva -sólo siguen Paco Peña y Javier García Portillo del equipo del descenso- con la que afrontar una temporada 2014-15 en la que el único objetivo es el ascenso a Segunda División. Como entrenador, Barroso apostó por José Rojo 'Pacheta'.

El arranque de temporada, eliminación en la Copa del Rey incluida, generó alguna duda sobre el proyecto. Sin embargo, el equipo de Pacheta termina el año 2014 cumpliendo su objetivo de estar clasificado en la parte alta de la clasificación, como líder del grupo III de Segunda B.

Un primer puesto forjado, sobre todo, en los partidos a domicilio, condición bajo la que ha conseguido diecinueve de los 33 puntos que ha sumado; y con la defensa como baluarte, como lo demuestra ser el equipo menos goleado de la categoría de bronce del fútbol español.

En el plano institucional, la pérdida de ingresos provocada por el descenso a Segunda B, ha sido paliada por una sentencia judicial parcialmente favorable en su contencioso con la Sociedad Proyectos Temáticos de la Comunidad Valenciana (SPTCV), que le permitirá cobrar un mínimo de 2,1 millones, aunque estudia recurrirla para poder percibir los tres millones que reclamaba inicialmente.

Por otro lado, el club apenas completó la mitad de la ampliación de capital por valor de millón y medio de euros que debía acometer en enero de 2014, tal y como quedó reflejado en el último convenio de acreedores, aunque fue suficiente para seguir abonando los pagos comprometidos.