Tarde intensa la que se vivió este lunes en la Ciudad Deportiva del Real Madrid en Valdebebas, dos días después de la humillante derrota en el derbi ante el Atlético y la ya famosa fiesta de cumpleaños de Cristiano Ronaldo a la que acudió buena parte de la plantilla madridista. Con los ánimos todavía muy caldeados y con muchas cosas que aclarar, futbolistas y técnicos se reencontraron ayer en el primer entrenamiento de la semana, una cita a la que acudió también Florentino Pérez. El presidente blanco se reunió con Ancelotti primero y con la plantilla al completo después, tratando de atajar una crisis que amenaza con echar por tierra una temporada que parecía bastante favorable para los blancos.

La división en el vestuario merengue, a día de hoy, es total. Entre los jugadores se han conformado dos grupos, uno con los que fueron a la fiesta y otro con los que no. En este último están los capitanes españoles, que recriminaron a los Marcelo, James, Khedira y compañía su presencia en la celebración pese a la humillación en el derbi. Florentino trató de mediar en la situación y apeló a la unidad para que el conflicto no se traslade al terreno de juego, pero parece que el presidente ya llega tarde.

Antes de esta reunión con los jugadores, sin embargo, el máximo mandatario blanco ya había mantenido una conversación con Carlo Ancelotti. Al técnico italiano le recrimina el hecho de que permitiera la celebración, legitimándola además con la presencia de dos de los integrantes de su cuerpo técnico como Paul Clemente y Fernando Hierro.

‘Carletto’ captó el mensaje y supo que tenía que coger el toro por los cuernos. Y así lo hizo. Ordenó que el entrenamiento fuera a puerta cerrada de principio a fin, evitando que los medios de comunicación grabasen los habituales quince primeros minutos de la sesión. El motivo: poder abroncar a sus futbolistas por la imagen dada en las últimas 48 horas y evitar que dicho momento fuera de dominio público. Habrá que ver si estas medidas atajan o no esta crisis total.