El consejo de administración del Elche convocará este lunes una Junta Extraordinaria de Accionistas. El 31 de julio cada vez está más cerca y la situación del club es alarmante. Juan Anguix ha puesto su cargo a disposición del Ayuntamiento de Elx y del grupo de empresarios ilicitanos dispuestos a sacar a flote el club en menos de una semana. Pero el tiempo apremia, el dinero no llega y la situación recuerda a la vivida en los tiempos, no tan lejanos, en los que se esperaba un préstamo de 20,5 millones que nunca llegó.

César Nohales, Ramón Segarra y Juan Contreras son quienes pretenden sacar al Elche del pozo sin fondo en el que está sumido. Estos tres empresarios, junto a Carlos González, alcalde de Elx, y Cristina Martínez, concejala de deportes, se reunirán hoy con otros empresarios de la localidad para buscar una solución, una vía de escape a la situación del Elche. Les acompañará el exalcalde Alejandro Soler, quien pretenden que sea la cabeza visible del grupo Los Serrano-Eiffage. Sin embargo, el Ayuntamiento no busca una persona emblemática, sino un gestor con capacidades administrativos y dotes de mando, es decir, un empresario. Será quien comande un proyecto exprés. Porque antes del viernes el Elche debe haber abonado más de 7 millones de euros. El tiempo es oro.

Desde que Juan Anguix asumió la presidencia del Elche, su único objetivo ha sido salvar al club del descenso administrativo. Llegó a un acuerdo con Hacienda, incluso presentó un informe positivo en el que acreditaba que comenzará la temporada sin tener ninguna deuda. Pero la Liga decidió descender administrativamente al club franjiverde. La afición se movilizó y el club recurrió la sanción ante el TAS y posteriormente pidió una cautelar ante el TAD. Ninguno de los organismos falló a su favor. El Elche jugará en Segunda División. Como recordaba Anguix esta pasada semana «estaba sentenciado desde febrero».

Pero ahí no acababa todo. La deuda con Hacienda estaba solventada. Pero no con los jugadores. A futbolistas y ya exfutbolistas de la entidad (además de técnicos y otros trabajadores) se les adeuda un total de 7,2 millones. Para no caer en un segundo descenso administrativo, este montante ha de ser abonado antes de este mismo viernes. Y no hay dinero. Y el concurso de acreedores está más presente que nunca. Y a Juan Anguix le ha podido la situación. Han sido demasiados frentes abiertos en un corto espacio de tiempo.

Por eso ha decidido arrojar la toalla y dejar el club en manos del Ayuntamiento y un grupo de empresarios que en todo momento se mostró propicio a salvar al club. Pero pasan los días y el dinero no llega. Y si el viernes no ha aparecido, el club se puede ver abocado al desahucio, la desaparición. Porque un segundo descenso, a Segunda B, provocaría ya de forma definitiva el éxodo masivo de jugadores, el truncamiento definitivo de la planificación de la temporada. Y, lo que es más difícil de asumir para una afición que en todo momento ha apoyado a los suyos, el fin a un sueño. Ese que vive el Elche desde que el 18 de mayo de 2013 materializó su ascenso a Primera División, categoría de la que sin una gestión pésima, no debería haberse movido.