La personalidad y los egos que anidan en el vestuario amenazan de nuevo al Madrid. Convertido en una suma de individualidades más que un equipo, como ha sucedido recurrentemente con Florentino Pérez en la presidencia, el cuadro merengue afrontará la inminente visita del Barça en su peor momento de la temporada: a tres puntos del rival directo, después de caer derrotado por primera vez en Sevilla y con cada uno de sus jugadores mirando para un lado. Hay crisis, pero no una. Hay crisis en plural. Hasta ocho frentes abiertos se acumulan en los últimos días, para poner en tela de juicio el proyecto encabezado por Benítez.

El técnico es el más señalado. Aquel a quien le caen los palos en caso de duda, tanto desde fuera como desde dentro. Su propuesta no engancha, y sin resultados corre serio peligro. La mayor defensa del exvalencianista han sido sus propias palabras, aunque en más de una oportunidad estas se le hayan vuelto en su contra. Sin ir más lejos, el domingo. Como en su día hiciera con Cristiano o James, en el Pizjuán se metió en un charco al contestar a las manifestaciones previas de James, en las que el colombiano se postulaba para una titularidad que aún no ha recuperado.

El pobre rendimiento de la estrella portuguesa es ahora mismo un problema per se y por contagio. No ve portería con la facilidad de siempre, y lo está pagando buscando todavía con más ahinco. La consecuencia son los reproches, ya evidentes, que más de un compañero le ha hecho por no pasar el balón cerca del área. A todo ello hay que sumar sus flirteos con otros clubes y que deje públicamente abierta la puerta a un cambio de aires, como le reprochó Florentino hace una semana en los vestuarios, justo antes del duelo ante el PSG.

Quien tampoco está dando lo que de él se espera, a tenor de los 100 millones que costó su traspaso y su condición de sucesor de Cristiano, es Bale. Poco participativo, escasamente relevante y demasiado proclive a las lesiones, lo único que del galés no se discute es su titularidad. Esté como esté juega, por designio ‘divino’. Todo lo contrario que Isco, cambiado casi por castigo partido tras partido.

Deportivamente hablando, el equipo se ha colgado de Sergio Ramos Sergio Ramos y Keylor Navas para obtener resultados en el primer tercio liguero. El problema es que ambos están tocados físicamente y no participaron -en el caso del ‘tico’- o no acabaron el duelo ante el Sevilla. El meta debe estar frente al Barça, pero la imagen de dependencia de sus paradas es alarmante. Ha salvado ya varios partidos, pero suena surealista que el futuro del equipo esté en manos de aquel a quien quisieron colocar en Manchester -para fichar a De Gea- hasta el último segundo del mercado de traspasos.

Por si fuera poco, al Madrid le estalló en la cara la semana pasada la imputación de Benzema por el ‘caso Valbuena’. «Estoy bien, ¿por qué? Estoy muy tranquilo», aseguraba este lunes a su salida de Valdebebas el galo -en sus primeras manifestaciones desde su paso por la justicia francesa-, aunque la realidad es bien distinta. Hay grabaciones que ponen presuntamente en duda su inocencia y podría enfrentarse incluso a una pena de cárcel. Karim era uno de los jugadores más en forma en el arranque de curso, pero encima lleva varias semanas lesionado.