Kevin Prince Boateng ha vuelto a ser noticia debido a una entrevista al diario El Pais en la que repasa su carrera y reconoce haber cometido excesos que han provocado que su proyección y su carrera hayan caído en picado.

El futbolista fue uno de los traspasos más extraños del verano. Llegó libre a Gran Canaria tras unas temporadas errantes en varios de los clubes más importantes de Europa. El ghanés admitió que no supo gestionar la fama y que malgastó el dinero. "Coches, ropa y discotecas. Tiraba el dinero en tonterías que me hacían feliz un par de horas" cuenta el jugador amarillo. El mediocentro siempre ha sido un jugador díscolo a los ojos de los hinchas, entrenadores y directivos de los equipos en los que ha estado. "En el Milan, Berlusconi nos decía a Balotelli, El Shaarawy y a mí que nos dejaramos de peinados extravagantes, tatuajes y pendientes" reconoce el jugador.

Boateng comenta que cuando llegó al Tottenham lo hizo solo y sin nadie que le pudiera guiar. "Llegué con veinte años y gastaba, gastaba y gastaba. Estaba solo" recuerda el mediocentro de Las Palmas. El africano explica como terminó con esa espiral de excesos. "Me desperté después de un fiestón que había organizado, me miré al espejo y dije basta" cuenta Boateng. A lo que añade que recapacitó y tomó la decisión de que "no podía tirar" lo que tenía con lo que le había costado llegar a ser profesional y debía empezar a compotarse como tal.

El ghanés creció en el barrio de Wedding en Berlín, conocido por su alto índice de criminalidad. "Es complicado vivir allí, pero estoy orgulloso porque mi personalidad se forjó allí" argumenta Boateng. El jugador también es un icono fuera del campo más allá de las polémicas por su lucha contra el racismo. De hecho en un partido amistoso cuando estaba en el Milan abandonó el campo por insultos racistas y le siguieron todos sus compañeros. "Había niños en las gradas y de haber seguido jugando hubieran pensado que ese tipo de situaciones son normales y no" concluye Boateng.