Con 13 años los jugadores que sueñan con ser futbolistas están en el parque pegando patadas al balón. Con suerte, siguen la formación en un club de altura pero con expectativas de futuro y lejos de la presión que supone jugar a nivel profesional. Mientras, en Escocia, un niño que en España cursaría Segundo de E.S.O. ya juega con el conjunto del Celtic sub-20 y lo cierto es que no desentona en lo técnico. Sí en lo físico. Karamoko Kader Dembelé, ´Kadi´ entre sus compañeros de vestuario, a pesar de tener orígenes africanos no es el caso habitual de futbolista que gana por su cuerpo en esas edades. Con una altura propia de su edad pero una técnica que le hizo convertirse en uno de los cracks más deseados del panorama internacional, él ya triunfa con el balón cosido a su bota y con una tranquilidad impropia de sus 13 años.

Las numerosas bajas del Celtic de Glasgow, con hasta seis jugadores convocados con la selección de Escocia sub-19, permitió que Karamoko Dembelé subiera al filial del mejor equipo del país. Ya en un torneo internacional sub-15 fue elegido como el mejor jugador y llamó la atención entre otros motivos, por la facilidad que tenía de dejar atrás a rivales de equipos de altura, entre ellos el Barcelona o el Benfica.

El futuro del Celtic tiene 13 años

El futuro del Celtic tiene 13 años

La precocidad del nuevo ídolo de Glasgow coloca ahora sin embargo una gran pregunta en el aire y saber qué bien le hace a un niño estar compitiendo a un nivel tan alto. Además, la presión de haberle hecho debutar con tan solo 13 años en el filial ya ha levantado los primeros apodos como ´el Messi marfileño´, debido al origen de este jugador. A pesar del excitante momento para este pequeño, la realidad es que otros nombres como Freddy Adu o Nikon Jevtic sonaron como los próximos Maradona del fútbol. Su realidad ahora está lejos de la que parecía, de hecho el exvalencianista está en estos momentos en el fútbol austriaco, concretamente en quinta división, donde sigue disfrutando de su máxima pasión, el fútbol, pero a un nivel inferior al que en su momento apuntó. Por su parte, Adu, fue un juguete roto y nunca ha encontrado un proyecto estable que le haga volver a recuperar la sonrisa.

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