Andrés Gomes es, junto a Luis Enrique, el gran señalado del descalabro azulgrana en París. El técnico asturiano apostó de inicio en el partido clave de la temporada por el portugués, cuyo fichaje él mismo recomendó el pasado verano y por el que se pagaron al Valencia la friolera de 35 millones de euros, y la respuesta fue decepcionante en un encuentro que ya forma parte de la historia negra de la entidad.

El portugués tuvo en sus botas la única ocasión clara del Barcelona en una llegada en la que no supo superar a Trapp y, además, jugando como interior diestro apenas ayudó en defensa a un Sergi Roberto que se vio desbordado desde el primer minuto ante Draxler.

Hasta tal punto su rendimiento no fue el esperado que el propio Luis Enrique le eligió como primera sustitución del encuentro para dar entrada en la segunda mitad a un Rafinha que tuvo que entrar en el rectángulo de juego con una máscara de protección.

Su rendimiento más que dubitativo en lo que llevamos de temporada (este martes fue titular, pero durante la temporada se ha alternado con el resto de interiores como son Rakitic, Denis Suárez y Rafinha, puesto que Iniesta es el único indiscutible cuando está apto físicamente) unido a su elevado precio -a los 35 millones fijos que se pagarán por él hay que añadir cantidades variables en función de objetivos- hacen que el exvalencianista ya suene como una de las posibles salidas el próximo verano, pese a que aún no lleva ni un año en el club y también pese a que firmó un contrato con la entidad azulgrana hasta el año 2021.