«Los Beatles eran diferentes y hacían lo que querían. Yo hacía lo mismo en el fútbol». Cruyff, en cierto sentido, al igual que el eterno grupo inglés, le dio al público lo que siempre había buscado. Como jugador o como entrenador. El ´14´ entendía que la estética y la belleza sí se podían mezclar para formar un todo. Ese fútbol, el que promovió el holandés, acabó convirtiéndose en una identidad y a la larga en un legado impagable. Por su influencia, el deporte rey recuerda hoy, un año después de su muerte, a uno de los revolucionarios del balón. A un jugador de leyenda y a un técnico que nunca fue infiel a sus ideales. A un mago con botas de tacos y a su vez un genio con traje desde el banquillo. Su figura estará eternamente ligada a Ámsterdam y Barcelona. La ciudad en la que nació y la que le acogió. Sin embargo, no solo estos dos escenarios, influenciados por la figura de Johan Cruyff, lloraron su marcha. El llanto fue generalizado por todos los aficionados al fútbol.

El 24 de marzo de 2016 quedará grabado por tanto como una fecha histórica en el mundo del fútbol. El adiós a una de las estrellas de una campeona sin título, pero sí con el premio del reconocimiento público. La Holanda de Rinus Michels, otro mito ´oranje´, cayó en la final del Mundial de 1974. Los Neeskens, Rep, Rensenbrink y compañía dejaron su huella incluso a pesar de caer por 1-2 ante la Alemania de Rainer Bonhof, Schwarzenbeck, Beckenbauer y Hoeness. Todos recuerdan a una ´Naranja Mecánica´ que cambió el ritmo del fútbol y cuya estrella no se conformó con serlo dentro del campo, sino también desde el banquillo.

A Barcelona llegó como un mesías a pesar de no haber ganado la Eredivisie como entrenador del Ajax. Allí solo conquistó dos copas y una Recopa. Sin embargo, el público del Camp Nou parecía intuir la transformación que estaba por venir. Aquel equipo estaba acostumbrado a la derrota y Cruyff no solo debía cambiar el sistema táctico y la concepción de juego preciosista, sino el hambre por ganar, algo que él llevaba innato. En su primer año cayó la Recopa de Europa y en el segundo la Copa del Rey. El aficionado guardó paciencia para mayores logros y a partir del tercer año comenzaron a llegar. Primero el título de Liga (llegaron cuatro consecutivos), pero en la temporada 1991/92 se culminó su obra con la Copa de Europa ante la Sampdoria. Su marcha en 1996 provocó el linchamiento del público a su presidente, Nuñez, a quien no le perdonaron las formas.

En Barcelona terminó su etapa como entrenador de alto nivel -fue seleccionador de Cataluña-. El ´Flaco´ sin embargo no abandonó el fútbol y el fútbol como no, nunca le abandonó a él. A pesar de eso, el cáncer, a los 68 años le ganó una batalla en la que no tenía el balón de por medio. Si hubiera sido así, Johan Cruyff lo habría esquivado con su eterna elegancia.